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Opinión

COAHUILA. Laboratorio Electoral

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Por Agencia - 09 agosto, 2020 - 10:02 a.m.
COAHUILA. Laboratorio Electoral

Por: Humberto Treviño Landois

Mucho se ha escrito sobre las elecciones 2021. Enfatizo dos aspectos clave que las convierten en las elecciones intermedias más importantes de las últimas décadas. Primero porque serán las elecciones más grandes de la historia de México, al celebrarse en una misma jornada la elección de los integrantes de la Cámara de Diputados, quince gubernaturas y treinta elecciones de poderes legislativos estatales.

Al margen de lo cuantitativo, la mayor relevancia reside en la oportunidad que esta elección nos brinda para detener la conformación de un gobierno ampliamente hegemónico a nivel federal. En México aprendimos la lección que un gobierno hegemónico y autoritario lesiona la democracia y la eficacia gubernamental.

Independientemente de su origen, los gobiernos hegemónicos propician el autoritarismo y provocan que los poderes legislativo y judicial no cumplan su función constitucional. En los últimos veinticinco años ha quedado claro que sólo mediante el diálogo permanente y el debate respetuoso se pueden enriquecer la ideas, diseñar las visiones de país y alcanzar un mayor bienestar público.

Por tal motivo, el empeño de los actores políticos debe dirigirse a lograr una “mayoría opositora” en San Lázaro. No se trata de llevarle la contra al Presidente o a su partido. Se trata, por el contrario, de fortalecer la vida democrática de la República por el bien de todos.

Las estadísticas electorales y las encuestas de intención de voto dejan muy claro que solo mediante la colaboración entre partidos y con el apoyo decidido de la sociedad civil será posible un resultado electoral a favor de la mayoría opositora. Las modalidades de colaboración son diversas según lo previsto en la legislación electoral. Las dos principales herramientas son: las coaliciones y las candidaturas comunes.

Los partidos políticos, por su parte, deben evaluar con toda honestidad su fortaleza e intención de voto en cada uno de los 300 distritos de mayoría relativa que existen en el país.

La tarea no es fácil y el tiempo es escaso (apenas 300 días). Los partidos históricos aún no se reponen del descalabro electoral sufrido en el 2018. Es clara la insatisfacción del electorado en contra de todos ellos. Aún así se muestran recelosos de dar pasos más allá de lo tradicional, inclusive les cuesta mucho innovar en cuestiones esenciales como abrirse a la sociedad, recibir propuestas y aceptar nuevos talentos. Habrá que empujarlos en la dirección correcta.

La elección local coahuilense del próximo 18 de octubre (?) es la antesala y se antoja como un laboratorio de la elección intermedia federal del 2021. Se trata de una oportunidad única para probar conceptos novedosos en un entorno en el que se pueden tomar riesgos sin mayores consecuencias y, con ello, ganar en experiencias redituables que podamos aplicar en la elección federal.

El proceso electoral de Coahuila es un proceso suspendido desde hace meses. Al momento de la suspensión, algunos plazos previstos en la ley electoral habían expirado. Por ejemplo, el que corresponde al registro de convenios de coalición que hubiera permitido a los partidos ir juntos en la totalidad o parte del proceso.

Por otra parte, la ley electoral no prevé la participación en la contienda con candidatos comunes. Estas dos condiciones dejan a los partidos prácticamente sin opciones de colaborar en la elección. La única alternativa viable es la colaboración “de facto”. Opción extralegal por no estar contemplada en la ley electoral. Esta opción no se prohíbe, ni se permite, simplemente es una figura no considerada en la ley.

Sabido es que ocasionalmente los partidos en base a las encuestas de intención de voto hacen los ajustes convenientes en sus estrategias electorales buscando el mejor resultado posible. Simultáneamente lo mismo hace el elector cuando al votar opta por el llamado “voto útil”, es decir escoge la alternativa que potencialmente tenga más posibilidades de obtener el triunfo.

En Coahuila el PRI goza, según las encuestas disponibles, de amplia preferencia electoral. Parecería un total contrasentido que el PAN colaborara con su rival histórico y además ayudará a fortalecer aún más su probable mayoría en el Congreso local. Visto así sin duda es un disparate. Sin embargo, desde el punto de vista de anticipar efectos y probar rutas inexploradas como anticipo a la gran contienda del 2021, pareciera que vale la pena correr el riesgo de la colaboración.

En primera instancia habría que evaluar, vía una encuesta de opinión, si el electorado entiende y simpatiza con semejante novedad. Por supuesto se trata de un “experimento de laboratorio” que debe ser acotado a su mínimo alcance (a unos cuantos distritos) y ser considerado estrictamente así: ¡un experimento electoral! Ya de por sí la elección coahuilense es en cierto sentido atípica pues únicamente se elegirán diputados locales.

No cabe duda que la idea aquí planteada es extremadamente disruptiva. Es cierto que su materialización es muy compleja, es alta la probabilidad de fallas, también que el resultado pueda carecer de valor evidencia. Corresponde a la magnitud del reto asegurar para México el restablecimiento de límites al poder, balances y contrapesos.

Los partidos tienen la palabra. El tiempo apremia.

Humberto Treviño Landois. Ex diputado federal y local de Nuevo León.

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