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Coahuila

‘El Húngaro’ de la fe y la esperanza

Dina Flores
Por Dina Flores - 14 enero, 2018 - 00:28 a.m.
‘El Húngaro’ de la fe y la esperanza

EJIDO PRIMERO DE MAYO, ESCOBEDO COAH.- Desde hace 32 años, Héctor Carrizales Ortega ha llegado hasta los ejidos y comunidades más alejadas de la región, ofreciendo su mercancía que traslada de los mercados de abastos de Monterrey, Nuevo León.

Un camión cargado con toda clase de productos es el mercado sobre ruedas que cada ocho días recorre las calles de los ejidos, los vecinos ya saben que llegó “el Húngaro” ofreciendo su mercancía a bajo costo.

Equipado con altavoz “el Húngaro” anuncia sus novedades y bajos precios en artículos de primera necesidad como es el tomate, la cebolla, chile serrano y jalapeño, así como la fruta de temporada, naranja, manzana, mandarina, aguacate, etc.

El mercado ambulante resulta ser demasiado atractivo para los lugareños, quienes al oír que se acerca no pueden evitar acudir para ver qué novedades les lleva.

Colgando de los costados del camión van las cajas con las frituras, dentro de la unidad, todo está en perfecto orden; Héctor Carrizales tiene un ayudante que le acerca la mercancía que le piden los clientes.

Narra que desde hace 32 años recorre los ejidos Oballos, el pueblo de Progreso, ejido Primero de Mayo, la cabecera Escobedo, ejido 29 de Noviembre, la Presa y Juárez y que es tanto el afecto que siente por esta gente que incluso les fía de una semana para la otra y siempre le pagan.

Ya son varias generaciones las que me compran mercancía, y es que se debe a que ellos no pueden acudir a los mercados grandes por eso aprovecho para traerles todo lo que necesitan, además hay confianza y eso ayuda para que todos nos beneficiemos.

Introducirse a ese camión es entrar a un minisúper en donde no solo se ve la fruta y verdura sino el abarrote, dulcería, carne seca y ¡hasta juguetes!, ni hablar de la comida chatarra que tanto gusta como de los refrescos y jugos que encantan a los niños.

Reconoció, que hubo un tiempo en que la inseguridad era tema de todos los días pero ante todo puso su confianza en Dios y siguió surtiendo en el mercado de abastos para llevarles mercancía a las familias; con el paso de los años se fue convirtiendo en el proveedor que no debe faltar, por lo tanto tiene que cumplirles a sus clientes.

“Es un trabajo que nunca me imaginé, me da tantas satisfacciones, no solo en lo económico sino porque tengo muchos amigos, algunos los conocí pequeños, hoy son ya padres de familia y me siguen frecuentando lo que quiere decir que les gusta lo que les llevo”, dice emocionado mientras atiende a un cliente.

Mientras se aleja con el altavoz anunciando su mercancía, “el Húngaro”, como todos conocen a Héctor, saluda a los vecinos y en la mayoría de los casos se detiene para platicar. Es parte de la familia de los habitantes de los ejidos alejados de la mancha urbana, a quienes el factor económico o bien la falta de medios les impide acudir a un supermercado, pero que al final no se pierden de nada porque tienen, en él, a su mejor proveedor.

  • ‘El Húngaro’ de la fe y la esperanza

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