Mientras doña Juanita Diamantina Piña, de 90 años, perdía el último aliento de vida en Monclova, consumida por el dolor de haber presenciado el feminicidio de su hija Leticia Aguilar, en el vecino municipio de Frontera la historia se repetía con una aterradora similitud: otro hombre asesinaba a una mujer para luego atentar contra su propia vida.
Doña Juanita no logró recuperarse del impacto emocional ni del profundo sufrimiento que le causó ver cómo, el pasado 23 de mayo, la expareja de su hija Leticia la apuñalaba hasta arrebatarle la vida, antes de suicidarse.
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La tragedia marcó y dividió la familia, pero sobre todo a ella, quien ya se encontraba en una condición frágil de salud y emocionalmente devastada.
Murió con el corazón roto, sin justicia y sin consuelo.
Y cuando apenas han transcurrido 26 días de ese feminicidio, este miércoles se registró un hecho similar en Frontera, un hombre asesinó de manera violenta a una mujer, repitiendo la secuencia de horror: primero la violencia contra su pareja, para luego quitarse la vida.
Estos hechos, tan cercanos en tiempo y espacio, no solo estremecen a la región Centro de Coahuila, sino que evidencian una vez más la urgente necesidad de acciones más contundentes para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres.
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Las autoridades han iniciado las investigaciones correspondientes en el nuevo caso de Frontera, pero para muchas familias, como la de doña Juanita y Leticia, ya es demasiado tarde.
La tragedia de Monclova no solo cobró la vida de una mujer, la de Leticia sino también llevó a su madre, Juanita Diamantina, porque hay dolores, que literalmente, matan como lo fue en este caso.