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Coahuila

De la depresión a la obesidad

“Samantha” con tan solo 18 años de edad comenzara a sufrir desórdenes alimenticios que iniciaban con grandes comilonas de frituras, chocolates, panes y sopas instantáneas

Por Teddy Fuentes - 27 febrero, 2023 - 10:10 a.m.
De la depresión a la obesidad

MONCLOVA., COAH.-Continuas burlas por su aspecto, la pérdida de un ser querido y el abandono de su pareja, fue lo que  provocó que “Samantha” con tan solo 18 años de edad comenzara a sufrir desórdenes alimenticios que iniciaban con grandes comilonas de frituras, chocolates, panes y sopas instantáneas y que terminaban regresando el estómago en el sanitario, convirtiendo esta situación en  un problema de salud que casi la llevó a la muerte.

Samantha fue una niña que tuvo todo por parte de sus padres, pues como hija única no había juguete, ropa o antojo que le fuera negado por costoso que esto pareciera, su vida parecía un cuento de hadas hasta que de forma repentina, su mundo se derrumbó cuando con 15 años tuvo que enfrentar la  pérdida del su padre, quien era para ella la persona que más amor le daba en la vida.

“Mi papá sufrió un infarto, yo recuerdo que iba llegando de la secundaria y vi a mi madre echa un mar de llanto, papá ya no estaba con nosotros y toda mi vida feliz se fue con él, busque en la comida un alivio a mi pena, recuerdo que podía comer hasta 10 chocolates, panecillos y frituras sin parar por horas, luego las volvía en el baño y esto se convirtió en un círculo vicioso que me encerraba entre la alegría, la tristeza y la frustración”.

Los años pasaron y Samy comenzó a revelarse contra su madre, quien en un ataque de enojo la corrió de su casa, sin embargo esta situación no parecía ser grave pues Samantha que para entonces tenía 17 años estaba enamorada y decidió comenzar su vida con un hombre que le llevaba 10 años de edad.

“No me importó, me fui con él, yo estaba muy joven y ahora me doy cuenta de que lo que hice estaba mal, pero eso no me importaba pues según yo estaba feliz a su lado, me embarace y él de manera repentina cambió conmigo, me dejaba sola en casa y sin el apoyo de mi madre, volví a recaer, relativamente “tragaba” todo lo que estaba a mi paso y me sentía feliz con ello”.

De manera repentina yo ya pesaba 145 kilos, mis dolencias eran muchas para la corta edad que tenía, mi hija había nacido con complicaciones y eso me provocó mucha tristeza, yo estaba siempre sola, mi esposo se encontraba “trabajando” supuestamente para mantenernos, yo estaba más interesada en comer que en atenderlo, mi hija me absorbía mucho tiempo y él decidió dejarme, yo ya no le gustaba y simplemente se fue con otra mujer.

 Con 20 años de edad, Samy había tocado fondo, estaba sola con su hija y necesitaba un aliciente para salir adelante, buscó apoyo en una clínica de adicciones en la ciudad de Guadalajara de donde su familia era originaria, ahí aprendió que la comida sirve para vivir pero también puede causar la muerte si la usas de manera nociva.

“Yo pensaba que la comida era mi felicidad, pero me di cuenta en estos centros de atención que estaba en un error, solo cubrían mi tristeza, mi necesidad de afecto, cubría con en exceso de comida el dolor que sentía cuando me decían gorda, cuando me decían que estaba fea, creo que eso nos pasa a muchas personas, uno no está obeso porque quiere, sino porque hay un trasfondo y se necesita mucha voluntad para salir de ese mundo que te puede llevar a morir de un infarto, un paro respiratorio o una lesión cerebral por el exceso de grasa del cuerpo”.

Samy hoy en día es una joven madre que sigue luchando contra su obesidad, que ve su pasado y se da cuenta de que puso a todos por encima de ella y que la única que sufrió al final fue ella, por lo que sabe que le falta mucho para recuperar el peso ideal, pero lo está logrando poco a poco.

“La depresión es mala consejera, la comida no es amiga, sino la peor enemiga que uno puede tener, hay gente mala que cree que los “gordos” lo somos porque nos gusta estar así y no saben los demonios internos que enfrentamos, sé que me falta mucho pero sé que lo voy a lograr”.

Samantha llamó a todas las personas que tengan desórdenes alimenticios a atenderse, a dialogar con personas especializadas de los problemas que enfrentan y sobre todo a tomarse de la mano de sus familiares, amigos y de dios para salir de ese infierno que es la obesidad, asegurando que no todos los “gordos” lo son porque quieren, pues cada persona sabe los problemas que enfrenta y como se los tiene que “comer” para aliviarlos.

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