Doña Manuelita, llega a los 105 años de edad con alegría y gratitud, por una vida larga y plena, marcada por el amor de su familia y una salud que, a su edad, sigue siendo admirable.
Manuela Sierra Martínez, nació en 1922 en Escobedo, Coahuila, y ha sido testigo de un siglo de historia, en la que ha vivido en carne propia las crisis por las que ha atravesado Monclova, una ciudad que dijo siempre se levanta y vuelve a resurgir.
Su padre, don Salomé Sierra, fue abanderado de la Revolución Mexicana bajo el mando de Venustiano Carranza y vivió hasta los 100 años, legado que hoy su hija honra al igualar esa cifra y superarla con entereza.
A los 4 años, Manuelita llegó a Monclova con sus padres, luego de un paso por Frontera en 1952. Desde entonces, esta ciudad ha sido su hogar, particularmente en la colonia El Pueblo, donde formó una familia ejemplar.
Es madre de 11 hijos —Juan Manuel, Armando, Rosa Hilda, Ovidio, Romelia, Magdalena, Socorro, entre otros— todos formados con valores, respeto y un profundo amor por su madre.
"Es un día muy feliz para mí porque vienen mis hijos y nietos. Me siento muy feliz de verlos unidos", expresó emocionada durante su festejo. "Siempre les digo que el bienestar trae muchas cosas buenas, vivir unidos como hermanos".
A pesar de ser la única sobreviviente de su generación —pues sus hermanos han fallecido— Manuelita no está sola. Vive rodeada del afecto de sus hijos, nietos, y hasta tataranietos quienes no escatiman en atenciones y cuidados.
Los hijos destacaron que su madre aún se levanta sola con ayuda de su caminadora y goza de buena salud: "Está fuerte, gracias a Dios", dijo una de las hijas.
Su historia también está tejida por recuerdos del campo y del trabajo arduo. "Nos fuimos a un rancho de Soledad, veíamos a mi padre trabajar... en Cuatro Ciénegas trabajábamos con la uva, de todos los sabores", recuerda con lucidez.
A las nuevas generaciones, doña Manuelita tiene un consejo sabio: "Que vean a sus padres, y que ellos también los vigilen en su caminar por la vida. A veces hay malas compañía".
Su hijo y nuera, Manuel y Rita, emocionados, agradecieron la bendición de tener aún con vida a su madre. "Es una satisfacción apapacharla, con mucho orgullo de que haya llegado a esa edad".
Con una memoria viva, un espíritu alegre y aún con ganas de bailar la música de Los Hermanos Barrón, doña Manuelita sigue siendo el alma de su familia. Hoy, su historia inspira a generaciones enteras que ven en ella un ejemplo de fortaleza, amor y gratitud por la vida.