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Coahuila

“Las cartas sobre la mesa”

Por P. Noel Lozano - 19 mayo, 2019 - 10:42 a.m.

El amor es mi tarjeta de identidad

El amor, la caridad es la tarjeta de identidad de la Iglesia y de todo cristiano. Vemos en el Evangelio la caridad como sustancia, como esencia de la Iglesia: “En eso conocerán que son mis discípulos”. En la Iglesia, amor, caridad, generosidad, son virtudes, conceptos que se van concretando en la vida de las pequeñas comunidades de los orígenes cristianos, por ejemplo, en las comunidades fundadas por Pablo y Bernabé durante su primer viaje misionero, como leemos en los Hechos de los Apóstoles. Por lo tanto, la caridad, el amor debe ser mi tarjeta de identidad, lo demás desdice de mi esencia de cristiano.

  1. El amor esencia de la Iglesia. En esto conocerán que son mis discípulos: “si se tienen amor los unos a los otros”, leemos en San Juan. Jesús, en la hora suprema de su vida nos deja su testamento antes de morir. Cristo nos ha amado hasta dar su vida para que nosotros tengamos vida. Cristo nos ha amado hasta hacernos partícipes del mismo amor que existe entre el Padre y el Hijo. Cristo nos ha amado hasta hacerse esclavo y lavar los pies a los suyos, para que conociésemos bien que el amor, la autoridad entre sus discípulos, es fundamentalmente servicio. Si por encima de la caridad, o peor todavía, al margen de ella, se ponen otros valores en la vida diaria de la Iglesia, de la vida diaria de un cristiano, hay que concluir que no estamos tocando el corazón de la Iglesia.

  1. El amor en la historia. Después de Pentecostés los discípulos comenzaron a fundar las primeras comunidades cristianas en Jerusalén, en Samaria, en las ciudades de la costa mediterránea de Palestina, en Damasco, Antioquía... con Pablo y Bernabé en la zona meridional de la provincia romana de Asia. La caridad que viven comienza a encarnarse en pequeñas comunidades de hombres y mujeres, judíos y gentiles, de razas y costumbres diversas, pero unidos por la fe y el amor a Jesucristo. Esta encarnación histórica de la caridad comporta ciertos requisitos, algunos de los cuales encontramos en la segunda lectura: la necesidad de la tribulación por el hecho mismo de vivir entre otros que no son cristianos; la necesidad de ser confortados y animados en la vivencia de la fe y de la vida cristiana; la designación de presbíteros para la buena marcha de la comunidad; la oración y el ayuno, como dos apoyos importantes de la caridad. Estos aspectos, entre otros, hablan de una Iglesia viva, presente y encarnada en el amor en las circunstancias históricas.

  1. La caridad debe expandirse en mis circunstancias. Los primeros cristianos lo tenían claro, nosotros también debemos de tenerlo claro en nuestras circunstancias, la caridad es una urgencia, es un compromiso primordial de todo cristiano. El fenómeno de la globalización puede ayudarnos a captar mejor la universalidad de la Iglesia y, por consiguiente, de la caridad cristiana. El campanilismo, es decir, ese encerrarse en la propia parroquia, en la propia diócesis, cortando a la mirada cualquier horizonte abierto hacia otras parroquias, otras diócesis, y toda la Iglesia en los diversos continentes, ha de ser rechazado por un corazón auténticamente cristiano. Ciertamente que he de amar y ejercitar la caridad sobre los miembros de mi familia, de mi barrio, de mi parroquia, etc. Pero, ¿no está siendo verdad que el mundo entero está comenzando a ser nuestra parroquia, y, por tanto, el lugar para la expresión de nuestra caridad? El amor, la comprensión, el servicio, contrario a los legalismos, malas caras y reglas absurdas… debe de ser mi prioridad, mi identidad como cristianos, como persona, en mi casa, en mi parroquia que es el mundo.

Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano

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