Al relatar su experiencia por el Covid-19 en Italia, Lina Mireles hizo un llamado a sus amigos de México y Monclova para decidir si salen o no de casa estos días santos; pues por la situación, los italianos tienen una vida totalmente virtual más que obligados a cuarentena por su propio bien, ya lo entendieron.
A un mes de confinamiento en sus hogares, Lina dice estar consciente de que falta aún más tiempo en estas circunstancias, la diferencia con Monclova e Italia es que allá sí cumplen la cuarentena por la grave situación que están pasando.
Una mexicana en Italia, monclovense de corazón.
Quienes tenemos el gusto de conocerla sabemos el don de gentes de Lina Mireles, su gran entusiasmo por vivir y hacer cada cosa que le toca con mucha pasión y compromiso; su espíritu es ¡libre!... pero hoy está encerrado entre cuatro paredes.
Mientras el Covid-19 comenzó a hacer estragos, ha aprendido el valor de lo cotidiano, eso que no cuesta nada y que no se lograba apreciar, como una sonrisa o el abrazo de un amigo.
Ir al café en el bar (cafetería) con los compañeros de trabajo, la pizza del sábado por la noche con los amigos o con la familia, el metro donde las almas se fundían en solo cuerpo y un solo olor, el saludo italiano con dos besos, la mano extendida para ayudar al prójimo, todo eso Lina lo resume en una palabra: ¡Vivir!.
Lina nació en la Ciudad de México, pero toda su vida vivió en Monclova, así que conoce perfectamente las costumbres monclovenses en Semana Santa.
Es por ello que, a través de su Facebook, ella expresa “piénsenlo dos veces antes de ir a la presa, al rancho, a Saltillo o a Monterrey, a Eagle Pass o a Laredo, o simplemente a casa del compadre o de la cuñada”.
A sus 23 años, Lina Mireles tuvo la oportunidad de viajar a Europa, hoy, hace ya 21 años que vive en Roma, allá se quedó porque encontró el amor de su hoy esposo con quien tiene un hijo, ellos son su vida.
Su vida cotidiana la describe salir por la mañana e ir a trabajar, (es maestra) ver a sus alumnos, caminar entre los pupitres, reír, llorar, bailar, amar, vivir… Pero todo eso, hoy no existe.
Los tiempos de amigos se terminaron en Italia.
“Ahora mi clase se reduce a una mesa acomodada en mi dormitorio con muchos ‘device’: una computadora, un iPad y un celular para llegar a cada uno de mis 180 alumnos”, indicó.
Y siguió “en la habitación de al lado está mi hijo que, a su vez, ha convertido su escritorio en su pupitre escolar y en lo que resta de los 65m² de casa, vaga mi marido tratando de ayudar en lo que puede para no hacer ruido y ocuparse de la casa”.
Hoy en día a sus amigos y parientes los ven solo virtualmente, las reuniones de trabajo son virtuales, las clases virtuales, las consultas al médico; virtuales, los cumpleaños; virtuales.
“La vida se ha vuelto virtual, pero ha retomado una veracidad que nunca antes había tenido. Hoy sabemos que basta un ‘estornudo’ en tiempo, y espacio para que la vida se acabe”, menciona.
Relata que en un mes han cambiado, crecido y envejecido, no se cortan el pelo, ni se depilan el bello, las uñas no llevan esmalte y casi todos han subido de peso por el sedentarismo.
“Hemos aprendido a hacer ejercicio en casa y a cocinar de todo. Hemos llorado y rezado como nunca antes, pero también gozado y agradecido a Dios cada día por despertar”, indicó.
Hasta ahora, han vivido en casa, confinados, encerados, guardados por más de un millón de segundos y, aun así, el contagio ha crecido terriblemente, llevándose consigo a 17 mil 669 personas.
En estos 30 días, que son prácticamente 720 horas, un millón 360 mil 800 segundos que han pasado en sus casas.
En un mes, se cuentan 95 mil 262 enfermos de COVID-19, 139 mil 422 contagiados de SARS COV-2, miles de millones de euros, (un euro son 26 pesos mexicanos), gastados en curas médicas, inyecciones económicas a las empresas.
Y también estímulos sociales para los menos afortunados, ayuda alimenticia, ayudas fiscales, compra de material sanitario y contratación de personal médico.
Todo esto ha ayudado a que se haya podido curar, sanar y dimitir a 26 mil 491 personas, mismas que pasarán la santa pascua con sus familias, en casa, sin salir, pero con sus familias.