VILLA UNIÓN, COAHUILA.- En Villa Unión se mira poca gente en las calles, en su mayoría hombres que recogen escombros o barren las entradas. Pocos hablan.
Se escucha el sonido de autos que van y vienen. Se escucha también el sonido del serrucho, del martilleo y los vidrios que caen en la presidencia municipal, donde el sábado un grupo de civiles armados abrieron fuego y dejaron la fachada como queso gruyer.
Este martes, decenas de trabajadores enjarran, enyesan, pintan, recogen vidrios, barren. Es un pueblo asustado por el enfrentamiento entre pistoleros y fuerzas policiales, que hasta este martes sumaban 17 delincuentes abatidos, cuatro policías estatales y dos civiles fallecidos, así como 10 presuntos civiles armados detenidos. En total, 23 muertos.
Atrás del edificio de presidencia, un mini súper y carnicería está abierto. Los vidrios de su fachada tienen al menos 30 agujeros producto de los disparos. “Aquí estaba abierto, escuché y me tiré al suelo y me escondí”, cuenta una señora, dueña del lugar.
Isidra vive con su hijo de 12 años a un lado de una tienda que ella misma despacha, a unos metros de la presidencia municipal. Cuenta que el sábado salió momentos antes de que se desatara la balacera. Dejó a su hijo dormido, pero los balazos lo despertaron. “Mami no vengas, no vengas”, se comunicó el niño angustiado.
Isidra escuchaba de fondo el tronido de la pólvora. Su hijo se echó al suelo y se escondió en el clóset. “No te asomes, tírate al suelo”, le indicó su madre.
Todos los testimonios en el corazón de Villa Unión hablan que escucharon los balazos por lo menos durante hora y media.
“Parecía un infierno. Pensamos que no iba a terminar esto. Los disparos eran continuos, nunca cesaron”, recuerda “Francisco”, dueño de una forrajera a 200 metros de la plaza principal.
