La estrategia silenciosa de China para moldear la política en Nueva York
La influencia del gobierno chino ha comenzado a dejar huella en la arena política local de Nueva York, la ciudad más poblada de Estados Unidos. A través de redes de asociaciones culturales y sociales, particularmente los llamados "clubes de oriundos" —grupos que reúnen a inmigrantes de una misma región de China—, Pekín ha logrado incidir discretamente en varias elecciones clave.
Algunos de estos clubes, que operan como organizaciones sin fines de lucro, han trabajado activamente para desacreditar a políticos locales críticos del Partido Comunista Chino. Entre sus acciones, han ayudado a frenar la carrera de un aspirante al Congreso que criticó al régimen chino en televisión, contribuyeron a la derrota de un senador estatal que asistió a un evento con la presidenta de Taiwán, y han dirigido campañas en redes sociales contra candidatos favorables a la democracia en Hong Kong.
Aunque estos grupos tienen una larga historia en Nueva York y tradicionalmente se dedicaban a preservar tradiciones, organizar celebraciones y apoyar a los recién llegados, en años recientes algunos se han alineado con los intereses del consulado chino en Manhattan. Testimonios de exfiscales, miembros de estas organizaciones y figuras políticas locales indican que representantes del consulado han contactado directamente a líderes comunitarios para movilizarlos contra figuras políticas consideradas "problemáticas" para Pekín.
Este tipo de interferencia, si bien limitada en alcance, forma parte de un esfuerzo más amplio del gobierno chino por controlar las narrativas en su diáspora y evitar que se gesten movimientos de oposición que puedan escalar a nivel nacional o internacional. Audrye Wong, experta en política china del American Enterprise Institute, explica que se trata de una estrategia a largo plazo: "China busca sofocar la disidencia fuera de sus fronteras antes de que pueda impactar dentro del país. Y nunca se sabe qué político local puede llegar a escalar hasta el Congreso o incluso postularse a la presidencia".
La situación plantea preguntas incómodas sobre el uso de canales comunitarios como instrumentos de influencia extranjera y los vacíos legales que permiten esta intervención sin consecuencias aparentes.