PANTELHÓ. Indígenas de 86 comunidades y de los 18 barrios tomaron la cabecera municipal para exigir cárcel contra un grupo de sicarios, encabezados por los Herrera. Durante el día y la noche del lunes, así como la madrugada de ayer martes, se registraron disturbios y los integrantes del Ejército mexicano y Guardia Nacional fueron corridos.
Los indígenas catearon las casas de los supuestos delincuentes; las quemaron y las saquearon, la presidencia municipal también fue quemada, una patrulla de la policía estatal preventiva y una ambulancia quedaron calcinadas. Los negocios amanecieron cerrados, los únicos que caminan en las calles son las autodefensas.
En las calles se observaban los restos de muebles y algunas viviendas todavía estaban humeantes. Exigen que el alcalde electo, Raquel Trujillo Morales, no gobierne Pantelhó y cárcel para los supuestos sicarios.
Un vocero de El Machete acusó que han visto cómo asesinan “a nuestros hermanos en las calles y cómo los despojan de sus bienes”. “Ya basta de tanta injusticia de más sicarios del ayuntamiento, porque la sangre derramada clama justicia, llora y grita de dolor y el gobierno no nos hace caso, nos ha abandonado”.
En Pantelhó no hay paz, no hay seguridad, “sólo hay miedo, llanto y temores, extorsiones e intimidaciones, ya ni hablar de la corrupción”.
Tras leer un documento, en el balcón del palacio municipal, lanzó arengas: ¡Paz en Pantelhó, justicia en Pantelhó!, ¡fuera sicarios!, ¡fuera Raquel Trujillo Morales!
Negó que el grupo El Machete haya provocado los disturbios en las casas de los sicarios; “fuimos todos, los habitantes de 86 comunidades y de los 18 barrios. “Hoy el movimiento que hicimos estos días, las casas de los sicarios, de los asesinos, así lo dejamos como lo hicieron con nuestros parientes, los hermanos indígenas, como los asesinaron a ellos, los despojaron de sus casas”.
Algunos católicos, desesperados decidieron sacar a las calles, la imagen de Jesús de la Buena Esperanza, para que vuelva la paz en el pueblo. Incluso, las festividades católicas del lugar han sido canceladas a partir de la pandemia y a la fecha no celebran nada.
Los elementos del Ejército y de la Guardia se mantienen a un kilómetro de distancia a la cabecera municipal, a la altura de la comunidad La Esperanza, luego de que los propios autodefensas los corrieran para dejar de custodiar la cabecera municipal, la cual recobraba la vida cotidiana.
