La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en su conferencia matutina del 7 de julio, condenó enérgicamente las conductas xenófobas, racistas y clasistas que se registraron durante la marcha contra la gentrificación en la Ciudad de México. Subrayó que México es un país abierto al mundo y no es discriminatorio, y enfatizó que ningún llamado a expulsar a extranjeros puede justificarse por demandas urbanísticas.
"Hay que decir que todas y todos los mexicanos tenemos que tener muy presente: no a la discriminación, no al racismo, no al clasismo, no a la xenofobia", sostuvo la mandataria, quien calificó estos actos como "aberrantes" y afirmó que deben ser condenados sin excepción. Señaló que el problema real detrás de la protesta no es la nacionalidad, sino la especulación inmobiliaria, y adelantó que su gobierno, junto con la Sedatu y la jefa de Gobierno Clara Brugada, trabajará para regular la especulación de rentas en colonias como Roma y Condesa.
Sheinbaum también se refirió al caso viral de una mujer extranjera que agredió verbalmente a un policía en la Condesa, calificando su comportamiento como racista y clasista, y recordó que tanto nacionales como extranjeros que vivan en México deben respetar la ley y a las personas.
La presidenta destacó que México ha sido históricamente fraterno y solidario, recibiendo refugiados españoles, sudamericanos y guatemaltecos víctimas de violencia, y recalcó que estas manifestaciones contradicen los valores del país.
De cara al fenómeno urbano, Sheinbaum recalcó que la gentrificación es un tema de desplazamiento económico, potenciado por plataformas como Airbnb tras la pandemia, y anunció que se buscarán mecanismos regulatorios para evitar el encarecimiento y proteger a residentes de largo plazo.
En resumen, Sheinbaum lanzó un llamado claro: "México es un país abierto al mundo, solidario y fraterno... No puede justificarse ninguna actitud discriminatoria", y reafirmó su compromiso para garantizar una ciudad incluyente y sin discriminación