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Coahuila

Narrativa de David Lynch

Por Agencia - 03 junio, 2018 - 11:12 p.m.

Terminas de ver la serie Twin Peaks del director David Lynch y parece que esta vez logró hacerlo más complejo. Cada vez que el director lanza una nueva obra, ésta merece especial atención. Siempre logra sorprender. Introduce en cada final de capítulo un nuevo “y ahora qué acabo de ver” en el espectador. Algo muy difícil de lograr hoy en día con el avance tecnológico. Esto lo logra bien sea por la enorme fuerza de estilo que contiene la obra así como por sus trabajos crípticos y complejos.

Cuando inicias la serie Twin Peaks, cada capítulo crees saber qué está pasando, pero la verdad es que no es así, Lynch cambia la trama, los personajes, las historias y ahí va de nuevo el espectador, a empezar de cero y buscar, como lo que busca cualquier ser humano: una explicación.

David Lynch siempre podrá parecer sorprendente. Ya sea por la fuerza estilística de su obra o por el osado afán de crear trabajos crípticos y sumamente complejos.

Ésta serie es su más reciente trabajo, es la tercera temporada de un programa que causa muchas emociones en quienes se han subido al barco y tratan de descifrar el caos visual/auditivo al que nos introduce el director. Es un caos bonito, ordenado, si es posible encontrar orden en un caos, Lynch lo hace; es revolucionario, grita, llora, sonríe, juega.

Existen dos primeras temporadas de esta serie, que fueron grabadas años atrás (1990) , y en ese entonces rompieron con los esquemas de lo que era permisivo en esos momentos en televisión. Sin embargo, Lynch buscó la manera de revolucionar y evolucionar con esta nueva temporada, debido a los cambios tan rápidos que ha tenido la tecnología y por lo tanto la manera de ver series de televisión.

Por ejemplo, mientras que Game of Thrones maneja un discurso diferentes matando a todos sus personajes, incluso a los principales, lo que podría ser sorpresivo, David maneja más bien la belleza y cambia la manera en que puede verse el misterio. Propone una manera de ver la realidad, los sueños y el subconsciente.

Hablemos más del trabajo de este Director. David, en Twin Peaks, trabaja desde una invitación al espectador a ver más allá. Los personajes parecen ser alucinaciones, incluso todo el contexto en el que se desarrolla la historia, a pesar de ser en distintas ciudades, comparten algo en común: no tienen limitaciones psicológicas. No tiene trama, tal cual se concibe, las escenas son un conjunto de historias individuales que comparten características muy peculiares en común y que no se muestran hasta ya muy avanzada la serie.

Pensemos en otras obras del mismo director, The alphabet (EUA, 1968) se podría clasificar en obra plástica, mientras que una de sus obras más conocidas, Terciopelo Azul, (1986) es una conceptualización de lo que es el cine, y por último Salvaje Corazón (1990) que es un poco más maduro, al romper con todos los esquemas anteriores y hacer una obra única, con mucha búsqueda y potencial.

Al buscar cierta similitud de sus películas a Twin Peaks, podemos encontrar que ésta se consagra en una búsqueda del lenguaje cinematográfico, es decir, a pesar de la evidente madurez que se muestra, Lynch aún se arriesga y sigue aprendiendo en el camino, y es ese aprendizaje/madurez es lo que le proporciona esa peculiaridad.

Así se podría definir su obra: como una constante búsqueda de nuevas formas del lenguaje. No busca que le guste al público o satisfacer a la crítica, parece ser una búsqueda constante de él mismo.

Para Lynch el video es el que tiene las formas estilísticas y el que realmente expresa algo, desde el intro de la serie de nota el juego de formas, narrativa, y estilo. La narrativa se podría describir como barroca y surrealista; La estilística es lo más importante, para Lynch no tiene

Alejandro M. Salinas:

Twin Peaks es la obra de un Lynch desinhibido que busca en el video nuevas formas de expresión que le permitan crear nuevos laberintos de infinitas interpretaciones. En este último trabajo de Lynch no hay interpretación posible, sólo las infinitas posibilidades que puede dar una trama donde las tramas se pierden en las subtramas y viceversa. No hay subtrama posible, no hay posibilidad de una interpretación única. Lynch, en está versión de su obra más popular, propone una forma de entender la narrativa que rompe con todo aquello que desde Los sopranos la televisión cinematográfica ha construido: una forma de regodearse en las formas, en el relato. A Lynch no le importa que sepas hacia dónde va la historia (bastan los 20 minutos silentes del episodio 8), le importan las posibilidades de la estilística, le importa el misterio de las formas narrativas.

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