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Opinión

Amables lectores, tengan ustedes un buen día

Óscar Rodríguez
Por Óscar Rodríguez - 30 enero, 2022 - 10:41 a.m.
Amables lectores, tengan ustedes un buen día

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

Stephen Jay Gould fue un maestro de Harvard además de paleontólogo, geólogo, biólogo y escritor en sus tiempos libres. Cuando tenía cuarenta años de edad (en 1982) le fue diagnosticado mesotelioma peritoneal, que es una forma mortal de cáncer que afecta el revestimiento abdominal.

Luego de un par de años de tratamientos, escribió una columna que tuve la oportunidad de leer hace ya varias décadas. En dicho artículo menciona que junto con el desafortunado hallazgo del mesotelioma, le comunicaron que los pacientes con esta afectación tenían una mediana de esperanza de vida de tan solo ocho meses a partir del diagnóstico.

Haciendo una interpretación optimista de los números, el profesor Gould imaginó que su caso debía estar en el rango estadístico superior a la mediana ya que era joven, optimista, tenía los mejores tratamientos a su disposición y la enfermedad había sido detectada a tiempo. Y efectivamente, con tratamientos de radiación, quimioterapia y cirugía consiguió su recuperación completa y alcanzó a vivir hasta 2002.

Y es que la mediana al igual que el promedio a veces resultan medidas engañosas. Esto me hizo recordar las palabras de un amigo que reflexionaba: “en promedio, Carlos Slim y yo somos millonarios…”

Volviendo al profesor Gould. En los años 80’s publicó un interesante artículo haciendo referencia a los desempeños de los ganadores de eventos deportivos a lo largo del siglo XX. Enfatizaba la manera en la que ciertas marcas mundiales han evolucionado a tal grado que los ganadores de ciertos eventos olímpicos (digamos de la época entre las dos guerras mundiales o incluso de los años 50’s) muy probablemente no habrían obtenido medalla alguna en una competencia reciente (al momento de la publicación).

Por ejemplo, el récord en el salto de altura en la categoría varonil hace un poco más de un siglo era de dos metros. Para 1936, la marca había sido establecida en 2.07 y para 1971 ya era de 2.29. En la actualidad está ubicado en 2.45 (desde 1993). En la categoría femenil, hace cien años la marca era de 1.46; para 1960 ya estaba en 1.85 y en la actualidad es de 2.09 (desde 1987).

En natación sucede algo similar.

Johnny Weissmuller (quien luego personificó a Tarzán en la pantalla) logró el oro en 100 metros estilo libre con un tiempo de 59 segundos en 1924. En la final de los recientes juegos de Tokio 2021, los ocho competidores hicieron menos de 49 segundos.

Felipe Muñoz (“el Tibio”) ganó medalla de oro en 1968 en la prueba de 200 metros brazada de pecho con un tiempo de 2:28.7. En Tokio el año pasado, los ocho finalistas lograron hacer menos de 2:09.

Sin embargo, en otras disciplinas deportivas el desempeño no ha podido superar viejas marcas. Caso concreto, el promedio de bateo de ligas mayores al final de una temporada. Desde 1941, cuando Ted Williams logró batear .406, ningún otro jugador ha podido superar la marca de los .400.

El profesor Gould atribuye este hecho a lo que llama algo así como “Estandarización entrópica”. Los jugadores del presente son, en efecto más talentosos que los de hace varias décadas, pero la liga en general está más pareja: resulta más difícil destacar. En términos estadísticos, el valor de la “miú” es superior pero la magnitud de la “sigma” ha disminuido.

Algo similar ha sucedido en otros deportes con ligas profesionales en los Estados Unidos. En especial en el Básquetbol y en el Fútbol Americano. Como resultado de esta estandarización, ahora es más frecuente que antes encontrarse con marcadores más parejos. Muchas veces los partidos de la NBA terminan con diferencia de una canasta y se definen con la falla o el acierto en el último tiro.

Y así llegamos a la semana pasada. Los juegos divisionales de la NFL. Cuatro partidos con una carga emocional que no se ve todos los días.

Los dos juegos del sábado terminaron de manera muy similar. El líder de cada conferencia perdió jugando como local, con diferencia de tres puntos lograda por anotación de gol de campo cuando faltaban 4 segundos para agotar el tiempo.

Y el primer partido del domingo tuvo un final bastante parecido, solamente que el gol de campo definidor se dio cuando solamente quedaban tres segundos en el reloj.

Y entonces vino la cereza del pastel. El segundo juego del domingo. Faltando poco más de dos minutos, el equipo de Kansas ganaba por un marcador de 26 a 21. Cuando quedaban 2 minutos en el reloj oficial, Buffalo se adelantó por 29 a 26.

Faltando 1:13, Kansas se fue al frente por 33 a 29. Y cuando quedaban 17 segundos Buffalo recuperó la ventaja que ahora era de 36 a 33. Así que nuevamente un gol de campo faltando 3 segundos para terminar el partido, pero esta vez para empatar el marcador a 36 y obligar al tiempo extra.

Hay deportes en los que la estrategia es bastante simple y el deportista con más cualidades físicas y utilizando una correcta técnica ganará sin necesidad de pensarle mucho. Digamos los 100 metros planos o el lanzamiento de martillo.

Hay otros como el ajedrez, en los que la estrategia lo es todo y muchos de quienes le entienden dicen que la serie entre Karpov y Kasparov de septiembre de 1984 a febrero de 1985 ha sido el evento deportivo más emocionante de la historia.

¡Qué bueno que el fútbol americano no está en ninguno de estos dos extremos!

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

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