Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
La palabra atentar significa ejecutar una agresión o desacato grave a la autoridad u ofender un principio, o bien actuar contra la vida e integridad de una persona, o el proceder abusivo de cualquier autoridad. Viene del latín attento que significa 'emprender', 'intentar', 'ensayar', 'palpar'; pero también 'atacar', 'asediar', 'asaltar'. De manera que atentar es la "propensión (ad-) para cometer actos de ataque o agresión (tentare) contra personas, principios, derechos e instituciones" y ´atentado´ es su sustantivo.
El pasado sábado 13 de julio ocurrió un atentado contra la vida del ex presidente norteamericano Donald Trump. El hecho sucedió mientras Trump dirigía un discurso a un grupo de simpatizantes en Butler, Pensilvania. Según la información difundida por diferentes medios el intento de asesinato fue perpetrado por un joven de 20 años de edad y oriundo de Bethel Park llamado Thomas Matthew Crooks.
No es la primera vez que un político de tal alto rango es víctima de un atentado en ese país pero el hecho similar más reciente había ocurrido en 1981. Recuerdo que en el noticiero nocturno más visto en nuestro país en ese tiempo, la noche del atentado presentaron a un experto en armas quien iba describiendo las características del equipo que portaban los diversos integrantes del Servicio Secreto que acompañaban al entonces presidente Ronald Reagan. Al referirse a la velocidad de las ametralladoras "Uzi" subrayó que podían disparar unas 10 balas por segundo aunque había modelos aún más rápidos. Es decir que en el tiempo transcurrido mientras usted piensa "un chimpancé, dos chimpancés, tres chimpancés..." estos dispositivos son capaces de lanzar unos treinta tiros.
Esto me hizo recordar un fragmento del libro "El retorno de los brujos" de Jacques Bergier y Louis Pauwels en el que se puede leer: "Los antiguos eran sin duda tan malos como nosotros, pero lo sabían. Este conocimiento hacía que se colocaran barreras. Una bula del Papa condena el empleo del trípode destinado a robustecer el arco: esta máquina, sumada a los medios naturales del arquero, haría inhumano el combate. La bula es observada durante doscientos años. Rolando, en Roncesvalles, derribado por las hondas sarracenas, exclama: «¡Maldito sea el cobarde que inventó armas capaces de matar a distancia!» En tiempos más próximos, en 1775, un ingeniero francés, Du Perron, presentó al joven Luis XVI un «órgano militar» que, accionado por una manivela, disparaba simultáneamente veinticuatro balas. Una memoria acompañaba al instrumento, embrión de las ametralladoras modernas. La máquina pareció tan mortífera al rey y a sus ministros, Malesherbes y Turgot, que fue rechazada y su inventor considerado como enemigo de la Humanidad. A fuerza de querer emanciparlo todo, hemos emancipado también la guerra. Antaño ocasión de sacrificio y de salvación para algunos, se ha convertido en condenación de todos". Y es que, sin duda para los afortunados que no hemos vivido una situación de guerra puede resultar muy difícil imaginar una situación en la que se tenga tanta prisa por quitarle la vida a un enemigo.
Pero en el caso de los atentados, muchas veces las personas que son objeto de la agresión no son lo que se puede nombrar un enemigo sino simplemente sucede que el agresor las percibe como tales y dirige hacia ellos su actividad agresiva.
Y siendo los Estados Unidos un país en el que las armas están al alcance de la población en general de una manera mucho más sencilla que en otras naciones no es de extrañar que ocurran tragedias con cierta frecuencia.
Por ejemplo, en abril de 1999 en Columbine, Colorado un par de estudiantes del último grado de la secundaria asesinaron a una docena de compañeros y a un profesor antes de suicidarse. Ese fue el tiroteo más letal en la historia de los Estados Unidos hasta que en diciembre de 2012 ocurrió una masacre en la escuela primaria de Sandy Hook en Newtown, Connecticut cuyo resultado fue de 28 personas fallecidas (20 de ellas niños).
La peor de este tipo de masacres ocurrió en Las Vegas, Nevada el 1 de octubre de 2017. En este hecho, un único tirador (Stephen Paddock) abrió fuego desde su habitación en el piso 32 del hotel Mandalay Bay contra la multitud reunida en un concierto al aire libre. En este caso se calcula que se realizaron aproximadamente 12,000 disparos en un período entre 9 y 11 minutos. Como resultado hubo 59 fallecimientos y 851 heridos.
Y en cuanto a presidentes o ex presidentes de Estados Unidos objeto de atentados, además de los dos ya mencionados ocurrieron algunos otros. En 1835 el entonces presidente Andrew Jackson se salvó porque a su atacante le fallaron las dos pistolas. En 1865 el presidente Abraham Lincoln falleció de un disparo en la cabeza. En 1881 el presidente James Garfield recibió dos disparos cuyas heridas no fueron adecuadamente atendidas. Garfield murió un par de meses después. En 1901 el presidente William McKinley recibió dos balazos y falleció unos días después. Theodore Roosevelt recibió un disparo en el pecho en 1912. Los médicos decidieron dejar la bala en ese lugar y el presidente la llevó en su cuerpo el resto de su vida. En 1933 durante un mitin en Miami hubo un intento de asesinato contra el presidente Franklin Roosevelt pero una asistente al evento evitó que el tirador acertara. En 1963 asesinaron al presidente Kennedy. El presidente Ford sobrevivió a dos intentos de asesinato en 1975.
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será más adelante.
Que tengan ustedes una excelente semana.