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Opinión

Dan Saunders

Dan Saunders

Oscar Rodriguez
Por Oscar Rodriguez - 19 mayo, 2024 - 10:48 a.m.
Dan Saunders

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

A principios del año 2011 un joven de 29 años llamado Dan Saunders trabajaba como cantinero en el poblado de Wangaratta, al norte de Melbourne, Australia. En una ocasión salió con un amigo a tomar algunas copas. El amigo pagó las bebidas la primera parte de la jornada y cuando le tocó a Saunders corresponder a la cortesía cayó en la cuenta de que no portaba una cantidad suficiente de dinero para cumplir con el objetivo.

Tomó su tarjeta de crédito y se dirigió a un cajero automático. Tras consultar su saldo (que era bastante limitado) notó que el cajero le daba la opción de una transferencia de fondos de su cuenta de crédito a su cuenta del banco. Tal vez sería debido a que ya traía algo de alcohol en la sangre, que Dan se animó a hacer uso de este ofrecimiento y transferir $200 dólares australianos (tipo de cambio actual es de $11.14 pesos mexicanos) a su cuenta. Nota: a partir de aquí, las cifras de dinero se refieren a dólares australianos.

Cuando el mensaje de “Transacción cancelada” apareció en la pantalla no le causó sorpresa, sin embargo lo que sí lo hizo fue cuando consultó su saldo de la cuenta del banco y notó que la cantidad deseada había sido abonada. Así que tomó algo de efectivo y regresó al bar a disfrutar el resto de la noche.

Camino a casa después de haber ingerido otras bebidas, Saunders quiso repetir la acción. Esta vez lo hizo con $2,000. A la mañana siguiente verificó su saldo y efectivamente, había incrementado en la última cantidad solicitada.

Dan no era un ladrón. Hasta ese momento de su vida no se había involucrado en acciones ilegales. No había recibido ni siquiera una infracción de tránsito. Pero lo sucedido con el cajero automático le provocó que repitiera lo que había hecho aquella noche de copas, movido tal vez por algo de curiosidad. Cuando se gastó los $2,000 pidió otros $2,000. Y lo hizo otra vez, y otra vez y otra vez.

El mismo Dan no sabía el funcionamiento del cajero. Pensaba que el error se producía en las horas en las que la máquina se encontraba “fuera de línea”, cerca de la madrugada. Con el tiempo se dio cuenta de que el error se mantenía a toda hora y en todos los cajeros. Nuestro protagonista se puso nervioso de lo que estaba haciendo y dejó de hacer este tipo de transferencias, hasta que un día consultó su saldo y estaba $20,000 sobregirado. Ese fue el momento en el que tomó la decisión de hacer una transferencia de $60,000. De inmediato su cuenta mostró un crédito de $40,000.

La novia de Saunders empezó a preocuparse por lo que Dan gastaba y aunque ya habían planeado casarse, ella decidió terminar la relación. A partir de allí, Dan Saunders empezó a gastar en cantidades notables y en actividades extravagantes.

El banco de vez en cuando le llamaba a Dan para confirmar si era él quien estaba haciendo los movimientos. Cuando habían pasado tres meses, Dan empezó a tener problemas de salud. Tenía sobrepeso, insomnio y ataques de pánico. Otro mes y medio después Dan estimó que había gastado unos $500,000. Al siguiente mes, Dan llamó al banco y allí le contestaron que el asunto lo vería la policía. Pasaron tres meses y nada cambió. La ansiedad de Dan aumentó. A su familia y amigos les había dicho que el dinero venía de inversiones en la bolsa.

Fue hasta el año 2014 cuando a Saunders se le hicieron más de 100 cargos de fraude y robo.

Según el banco, Dan había gastado unos $300,000. Otras fuentes señalan que el monto total de lo dispuesto por Saunders es cercano a $1,600,000. Por supuesto que la institución no quería aceptar que sus sistemas habían tenido un error que permitía la fuga de dinero. En Australia, el “hurto por encontrar” es un crimen. Si alguien retiene algo que se encontró incurre en delito. Saunders fue sentenciado a doce meses de prisión y dieciocho meses de trabajo comunitario. Al salir de prisión volvió a trabajar como cantinero.

Por unos meses de 2011 Saunders disfrutó una vida de millonario. Fiestas, jets privados, ropa de diseñador, hoteles de lujo y restaurantes carísimos. Sin embargo, señala que todo ese dinero no lo hizo feliz. Cada vez se sentía con mayor ansiedad. Durante tres años estuvo esperando ser atrapado.

Dan Saunders señala que ahora es mucho más feliz, una vez que ha cumplido su tiempo en prisión y nuevamente es un cantinero con un estilo de vida menos exótico. Ciertamente llevó a cabo acciones ilegales pero está lejos de ser un criminal “típico”.

Hace unos días se celebró en nuestro país el día del maestro. En cierto modo, al comunicarnos todos nos convertimos al mismo tiempo en maestros y en alumnos. No sé quién(es) sería(n) la(s) persona(s) que le moldeó(aron) la parte de la conciencia que movió a Saunders a entregarse pero creo que hizo(hicieron) un excelente trabajo.

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Amables lectores: por motivos personales, no me será posible la publicación de esta columna las próximas dos semanas. Dios mediante, volveremos a tener esta comunicación el próximo día 9 de junio.

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes un excelente par de semanas.

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