Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
En marzo de 2020 el tercer lunes (festivo por ley) fue el día 16. Desde hacía algunas semanas se había esparcido la noticia de una nueva enfermedad proveniente del lejano oriente y que podía resultar de consecuencias fatales. Fue en ese tiempo cuando se suspendió el campeonato de la Liga MX y se canceló el regreso a clases hasta nuevo aviso.
Durante el año 2020, a finales de febrero se había anunciado el primer caso confirmado en México: se trataba de un hombre que había viajado a Italia. Para el 8 de marzo se reportaban 45 casos en el territorio nacional. Cuatro días después, la enfermedad denominada Covid-19 fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud.
Fue hasta ese momento cuando me di cuenta de que la situación era más grave de lo que hasta entonces me había imaginado. Me sorprendió gratamente ver que el comportamiento general de la población en los supermercados era mucho más tranquilo que las escenas que se apreciaban en otros países. Por cierto, hasta ahora no entiendo el desmedido afán por la compra de papel higiénico que se presentó en diversos lugares. Según recuerdo, la información referente a la nueva enfermedad hacía énfasis en que afectaba principalmente al sistema respiratorio, no al digestivo. Sin embargo, imágenes presentadas en los noticieros mostraban hasta peleas por la obtención de los últimos rollos en los almacenes.
Tiempo después, tuve la oportunidad de ver por televisión una explicación del fenómeno provocado por el papel higiénico. Según el experto, al ser un producto muy liviano, los consumidores adquieren un gran volumen de manera que los rollos ocupan un espacio considerable en el carrito en el que son transportados, así que parece que están llevando demasiados ejemplares. Al reproducirse estas escenas, algunos compradores interpretan que este producto podría ser escaso en los próximos días y se apresuran a adquirirlo en cantidades un tanto excesivas. Al contagiarse esa idea surge una alta demanda no prevista y de ahí esas consecuencias.
"En un inicio se pensaba que podía contenerse con distanciamiento social, como se hizo en China, donde la población estuvo tres meses encerrada y sin contacto a fin de cortar cadenas de transmisión. Pero el resto del mundo es diferente y hubo muchos países que no dieron apoyos sociales y la gente tuvo que salir para trabajar, comer y subsistir", comenta la jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, Rosa María Wong Chew. En cuanto la gente comenzó a moverse y a concentrarse en multitudes, los contagios se incrementaron.
En julio de 2020 se registró el primer pico de casos en México de acuerdo con datos de la OMS: 50 mil 200 infectados y más de 5 mil muertes. A finales de ese año y principios de 2021, las defunciones alcanzaron la cifra más alta hasta la fecha: nueve mil 900 en la semana del 24 de enero.
Entonces circulaba la variante B.1.1.519. En un análisis genómico y filogenético se detectó que no se trataba del virus original de Wuhan y que afectaba sólo a México (como no se diseminaba a otros lados, se le llamó "la variante mexicana", cuya mortalidad rondaba el 20%).
"Se desarrolló una vacuna en tiempo récord. En 10 meses Pfizer tuvo disponible la primera (de ARN mensajero), luego seguirían Moderna, AstraZeneca, Sinovac, Gamaleya y varias más. Para enero de 2021 empezó la vacunación y esto redujo la mortalidad", agrega Wong.
Con la aplicación de vacunas las cifras de casos y en especial de hospitalizaciones y muertes, disminuyeron en comparación con el primer año de la pandemia. Pese a ello, las mutaciones del virus llamado SARS-CoV-2 se mantuvieron constantes. La variante delta llegó a México en junio de 2021 y, dos meses después, su prevalencia era del 87%.
Durante la semana del 15 de agosto hubo un aumento que alcanzó los 135 mil casos y más de 5 mil fallecimientos en las semanas del 22 y 29 del mismo mes, de acuerdo con la OMS. En diciembre, Ómicron triplicó los contagios, alcanzando los 407 mil en las semanas del 16 y 23 de enero de 2022 (el pico más alto de 2020 a esa fecha). En cuanto a las defunciones, el incremento se reportó en la semana del 6 de febrero, con 3 mil 900.
Durante 2024 predominó la JN.1 y KP.3, esta última y la XEC prevalecen en lo que va de 2025, en los ámbitos nacional y global. La mayor cantidad de contagios en el país se da en poblaciones de uno a cuatro años, y de 20 a 79 años. Pese a que los casos y la mortalidad se mantienen a la baja, es importante que las personas con más riesgo a desarrollar cuadros graves (mayores de 60 años) se pongan vacunas actualizadas anualmente.
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.
Que tengan ustedes una excelente semana.