Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
Hace poco más de doscientos tres años se consumó (luego de una prolongada lucha de más de una década) la independencia de nuestro país. Así que esa generación que nació como dependiente de la corona española pasó a tener una nueva nacionalidad.
Como ejemplo de personas a quienes les tocó vivir esa transición tenemos el del químico minerólogo Andrés del Río quien en 1801 descubrió en Zimapán (actual estado de Hidalgo) un nuevo elemento en una "mena de plomo pardo" (vanadinita Pb5(VO4)3Cl). Fue hasta 1828 cuando el químico alemán Frierich Wöhler y en 1830 cuando el físico y químico sueco Niels Sefström identificaron al nuevo elemento como Vanadio, cuyo descubrimiento fue atribuido después a México.
Otro caso similar es el del escritor José Joaquín Fernández de Lizardi quien durante la época de la guerra de independencia publicó las primeras partes de la novela "El periquillo sarniento". Obviamente se trataba de un escritor novohispano, pero es considerado mexicano.
La palabra "patria" (antiguamente se utilizaba la expresión "terra patria") viene del latín y se utiliza para referirse al lugar de origen, figuradamente en donde una persona tiene sus raíces (estrictamente, "tierra de los padres"). De esta palabra se derivan expatriar, repatriar y compatriota, así como expresiones tales como "madre patria".
El hecho de que fuera un país nuevo, tan extenso, con una distribución de la población tan desigual lo convirtieron en un blanco de países con una mejor preparación militar. Otra vez la misma historia. Lo mismo que los españoles le hicieron a los habitantes originales del territorio que es hoy nuestro país. Igual que los aztecas le habían hecho a otras tribus que habitaban la región central y parte del sur de nuestro actual territorio. Invasión, sometimiento e imposición. Antes de cumplir los treinta años como país independiente, México ya había perdido una buena parte de su territorio, pero a pesar de todo esto seguía (y sigue) siendo muy rico en muchos aspectos.
Por cierto, ¡qué buena suerte la de los nuevos (ubicándonos a mediados del siglo XIX) dueños del territorio de California! Los exploradores españoles buscaron infructuosamente oro durante casi tres siglos y los estadounidenses lo encontraron tan pronto como ganaron ese territorio al finalizar la guerra en 1848. De hecho, el actual equipo de fútbol americano de la ciudad de San Francisco lleva el nombre de 49´ers como referencia a los gambusinos que a partir de 1849 llevaron a cabo el proceso de población en las extensas zonas recién adquiridas. Demasiada buena suerte.
A pesar de la enorme pérdida de territorio que sufrió nuestro país, sigue siendo uno de los lugares con mayor cantidad y variedad de recursos naturales del mundo. Por ejemplo, en el tema de los metales preciosos, la Nueva España junto con el virreinato del Perú fueron los principales proveedores de oro y plata para España.
Después, en el siglo XIX con la invención del motor de combustión interna, el petróleo se convirtió en uno de los bienes más valiosos para la vida moderna. Y nuevamente, nuestro país ha destacado como uno de los principales productores mundiales.
Con estos antecedentes, desde hace varios sexenios he comentado en diversos grupos de amistades que no tengo dudas de que el día de mañana, cuando un avance científico concluya en que el futuro del mundo dependerá de un mineral que antes no se apreciaba (en broma, le he llamado "neomadrecita") al poco tiempo se descubrirá uno de los yacimientos más grandes del mundo de la dichosa neomadrecita en Guanajuato, Hidalgo, Guerrero, Zacatecas o San Luis Potosí. Y como hecho adrede, de pronto se empezó a hablar de la importancia del litio para la producción de baterías recargables de teléfonos celulares, computadoras, cámaras y vehículos eléctricos y luego de algunos años ¡zas! A finales de 2019 se anunció el hallazgo de un enorme yacimiento de litio en Bacadéhuachi, Sonora. "I rest my case" dirían los clásicos.
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de asistir a una conferencia en la que el expositor, Carlos Kasuga (fundador de la división mexicana de la empresa elaboradora de productos lácteos Yakult) luego de referirse al paralelismo festivo que guardan las poblaciones mexicana y japonesa, estableció tácitamente la cocina como el vínculo de unión entre los hogares de nuestro país; específicamente el taco. Y no me suena tan descabellado.
Como si fueran pocas las cosas que podemos disfrutar los afortunados habitantes de esta patria nuestra tenemos la comida mexicana, la cual es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad según un reconocimiento de la UNESCO desde 2010.
Y en cuanto a herencia cultural. Aún podemos disfrutar de edificaciones realizadas tanto durante el virreinato como en la época prehispánica por diversos grupos humanos dispersos a lo largo de nuestra actual geografía.
Cierto que las actuales circunstancias no son fáciles, pero ¿cuándo lo han sido para nuestra patria? Y aquí estamos.
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.
Que tengan ustedes una excelente semana.