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Opinión

México y el premio Nobel

México y el premio Nobel

Oscar Rodriguez
Por Oscar Rodriguez - 02 marzo, 2025 - 08:08 a.m.
México y el premio Nobel

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

En la historia de los premios Nobel solamente tres paisanos han resultado ganadores. Primero fue el diplomático Alfonso García Robles, quien lo ganó en Paz en 1982. Posteriormente el escritor Octavio Paz quien lo obtuvo en Literatura en 1990. El mexicano que ha ganado este reconocimiento más recientemente ha sido Mario Molina quien en 1995 lo ganó en Química.

De acuerdo, tal vez no sean muchos los premios conseguidos, pero eso no significa que nos falte talento ni creatividad (¿cómo se podría siquiera insinuar eso, cuando por poner un ejemplo, la diversidad de la gastronomía mexicana ha sido declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO?)

El nombramiento de los ganadores del premio arriba mencionado no ha estado ajeno a las polémicas. Es algo parecido a las competencias de calificación como los clavados o la gimnasia. Terminan siendo cuestión de opiniones. Se dice que al mismo Albert Einstein le fue negada la distinción por años debido a sus creencias religiosas.

Durante la guerra fría se decía que las novedades tecnológicas tenían tres fases: primero, los estadounidenses anunciaban un invento; luego los soviéticos publicaban que ellos lo habían desarrollado anteriormente pero que no lo habían querido informar y finalmente los japoneses se ponían a fabricarlo. Y esta historia no andaba tan alejada de la realidad.

Nuestro país tal vez no se destacó por ser de los que más inventos aportaron al mundo. Quizá los más recordados sean el Sistema Tricromático de Televisión a Color de Guillermo González Camarena y la Tridilosa del ingeniero y político Heberto Castillo.

Siempre he pensado que la distribución de las capacidades humanas es más o menos uniforme en todo el mundo. Lo que hace que algunos sean campeones mundiales y otros no lo seamos es una combinación de factores como aptitud, oportunidad, mentalidad y disciplina.

También creo que todos somos campeones en algo. Tiene que haber alguna actividad en la que cada uno de nosotros sea el mejor del mundo, pero nadie garantiza que en esa destreza exista una competencia definida. La persona con mayores cualidades para ser el mejor jugador de cierto deporte en toda la historia tal vez haya nacido en un pequeño pueblo de Oaxaca, pero nunca tuvo la oportunidad de demostrarlo por las circunstancias en las que le tocó vivir.

En su libro "Los once poderes del líder", Jorge Valdano recuerda cuando César Luis Menotti era su Director Técnico. Antes de un juego ante Alemania varios jugadores del equipo argentino se impresionaron ante la presencia física de sus rivales. Cuando uno de ellos se lo manifestó a Menotti la respuesta fue "¿Fuertes?, No diga bobadas, si a cualquiera de esos rubios lo llevamos a la casa donde usted creció, a los tres días lo sacan en camilla. Fuerte es usted que sobrevivió a toda esa pobreza y juega al fútbol diez mil veces mejor que esos tipos".

Muchas veces hemos sabido de casos de destacados deportistas latinoamericanos que provienen de situaciones económicas bastante limitadas. Barrios como Tepito se convirtieron en fuente abundante de boxeadores probablemente porque para muchos de ellos, llegar a ganar un campeonato mundial era la única oportunidad de tener una mayor capacidad económica de manera lícita.

Lo mismo aplica a técnicos y científicos. Y no solamente en América Latina. Y no solamente en la época actual. Por ejemplo, desde la época en que se anunció el descubrimiento del aluminio y durante más de un cuarto de siglo, éste era más caro que el oro. En cierta ocasión, un joven de nombre Charles Martin Hall asistió a una conferencia en la que escuchó que la persona que inventara un proceso para la explotación del aluminio a escala industrial no solamente le haría un gran favor a la humanidad sino que además se haría de una gran fortuna. Animado por esa idea, Hall dedicó algunos años de esfuerzo y logró patentar un proceso para la obtención de este metal. Y efectivamente, el aluminio se abarató y el muchacho se hizo de una fortuna.

Esa motivación es tal vez el elemento que ha faltado para detonar una cascada de inventiva en nuestro país. Porque, por ejemplo, díganme si no hubo un derroche de talento en la construcción de un túnel que, según varias fuentes, alcanzó una longitud de mil quinientos metros para ayudar a escapar a un conocido jefe del narcotráfico del penal en que se encontraba preso. Claro que es una aplicación bastante lastimosa de la pericia. Es como si Usain Bolt aprovechara sus capacidades para arrebatar carteras y escapar corriendo.

Insisto. Talento hay. Para muchas cosas y en todos lados. Así que espero que un día no muy lejano podamos ser testigos de que otro paisano se convierta en ganador del Premio Nobel.

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

 

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