“El Cosmos es todo lo que es, todo lo que alguna vez fue, o todo lo que alguna vez será. Vengan conmigo que este viaje apenas comienza”. Era el año 1980 y el astrofísico Carl Sagan presentaba “Cosmos, un viaje personal”, serie televisiva que trajo por primera vez la ciencia al público en general. Pasaron más de tres décadas hasta que hace algunos años, la serie fue relanzada con el nombre de “Cosmos, una odisea de espacio-tiempo”, ahora presentada por el Dr. Neil deGrasse Tyson, otro astrofísico de enorme prestigio.
Se trató del mayor esfuerzo de divulgación científica de la historia, alcanzando 181 países en 46 diferentes lenguajes (47 si se incluye el de la ciencia). Neil deGrasse Tyson dice que: “La ciencia trabaja en la frontera entre el conocimiento y la ignorancia. No tenemos miedo de admitir lo que no sabemos. No existe vergüenza en ello. La única vergüenza es fingir que tenemos todas las respuestas”. La serie “Cosmos” es un relato sobre cómo descubrimos las leyes de la naturaleza y encontramos nuestro lugar en el espacio-tiempo; es la búsqueda humana del conocimiento y la nave de la imaginación nos transporta a mundos nuevos en el universo infinito.
Hace muchos años pude ver la serie original y yo aseguraba que nada ni nadie podrían igualar al “Cosmos” de Sagan, pero esta versión me gustó tanto que hasta he sentido una falta de lealtad al legado del gran Carl Sagan. Y es que la nueva serie me ha sorprendido por sus adelantos tecnológicos, por mi propia comprensión de la ciencia derivada de mi edad y la capacidad de Neil deGrasse Tyson para comunicar.
Pero quizás el capítulo más interesante sea el final disponible gratis en YouTube, pues se discuten los misterios de la materia oscura; de la nave “Voyager I” que tras un viaje de 19 mil millones de kilómetros se convirtió en el primer objeto humano en salir del sistema solar, y al final se recordará el “punto azul pálido” del que hablara Sagan. En general vea toda la serie para quizás, y solo quizás, lograr entender cuál es nuestro lugar y propósito en esta vida, en este planeta.
Pero de ambas series, sigo impresionando sobre lo insignificante de nuestra trascendencia en el cosmos. El primer capítulo habla de “El Calendario Cósmico”, concepto desarrollado por Sagan, en un intento por dimensionar la historia de la Tierra y el Universo, que fue creado hace unos 13 mil 800 millones de años, y si su historia pudiera comprimirse en un año de 12 meses y 365 días, con el Big Bang en el primer segundo del mes de enero y el momento presente en el último segundo del 31 de diciembre, entonces en la escala del tiempo un día equivaldría a 40 millones de años y un mes, poco más de mil millones de años.
En este calendario, la formación de la vía láctea sería el 1 de mayo y unos meses después, un 9 de septiembre, nuestro sistema solar. La tierra se formaría un 14 de septiembre (hace 4 mil 540 millones de años) y el origen de la vida apenas el 2 de octubre de ese hipotético calendario cósmico. Pasarían tres meses y medio, un 19 de diciembre, cuando aparecerían los primeros peces y vertebrados, luego dinosaurios y mamíferos. El 31 de diciembre por la mañana nacieron nuestros primeros antepasados y a las 10:30 de esa noche los primeros seres humanos. Es hasta los últimos 10 segundos del último día en que nace la primera civilización. Luego, en los cinco segundos finales del último minuto del último día del año cósmico, nacieron todos los dioses, emperadores, la democracia, el surgimiento y caída de imperios, migraciones, inventos y descubrimientos científicos, guerras y todas las personas de las que hemos escuchado alguna vez.
El calendario cósmico pone en una real perspectiva la presencia e importancia de cada uno de nosotros en el Universo, pues una vida promedio de 70 a 80 años sería equivalente a 0.16 segundos. Así que todas nuestras tragedias y alegrías, triunfos y fracasos, todos nuestros esfuerzos serían o durarían nada con respecto a la edad del tiempo. Así que piénselo dos veces, pues si usted está pasando por una mala racha, si algún evento o alguna tragedia le ha parecido eterna y pareciera que no va a terminar, resista recordando que en el calendario cósmico, un año, un sexenio o 20 años, no son nada.
@marcosduranf