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Opinión

Tiempo para afianzar en qué creemos

P. Noel Lozano
Por P. Noel Lozano - 06 marzo, 2022 - 10:25 a.m.
Tiempo para afianzar en qué creemos

Tiempo para afianzar en qué creemos

La cuaresma es un tiempo propicio para afianzar nuestras convicciones religiosas. Un periodo que por sí solo se presta a la reflexión, oración y reajuste espiritual. Este domingo vemos como la liturgia nos invita a hacer una auténtica profesión de fe, por encima de los avatares, problemas y tentaciones de la vida.

 El texto del Deuteronomio es un reconocimiento a Dios por sus hechos, un “credo” que el pueblo profesa con el corazón y con gestos externos. Esa profesión de fe lleva a experimentar al antiguo pueblo de Israel la tan deseada libertad después de años de esclavitud en Egipto; esa libertad a la que la cuaresma nos invita a vivir. San Pablo en su carta a los romanos les comparte una antigua profesión de la fe cristiana: “Jesús es el Señor”, los invita a creer con el corazón para alcanzar la santidad y a creer con los labios para alcanzar la salvación. El Evangelio nos expone una profesión de fe delante del tentador, vemos como responde Jesús tres veces a Satanás como reafirmación de lo que él cree: “no sólo de pan vive el hombre”. “Al Señor, tu Dios, adorarás y él solo darás culto” “No tentarás al Señor, tu Dios”. 

Jesús nos enseña a afirmar la fe, por encima de las tentaciones y dudas normales de la vida. El momento de la tentación es un momento existencial. Es un momento en que las circunstancias inclinan hacia una caída. Jesús conquista en su momento la tentación afirmando la palabra de Dios vivo. En la primera tentación, material y económica: “Dile a esta piedra que se convierta en pan”, Jesús afirma que hay bienes mayores que el alimento, y que el hombre no es sólo un consumidor. En la segunda tentación, una invitación de utilizar medios ilícitos e injustos para ganar el poder y la influencia: “Todos los reinos de la tierra te daré”, Jesús afirma que solamente el poder de Dios es absoluto: “Adorarás al Señor, tu Dios”. En la tercera tentación, Satanás lo provoca, con la Escritura y la religión, a forzar un milagro de Dios, y Jesús afirma que nunca se debe poner a Dios a prueba: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Las tentaciones que Jesús experimenta en este texto del Evangelio son las tentaciones de los israelitas en el desierto y las tentaciones de toda la humanidad. Los israelitas sucumbieron, pero Jesús conquistó las tentaciones y nos permite a nosotros conquistarlas si aceptamos el misterio de la Redención.

Especialmente en la Cuaresma contemplamos claramente como Dios demuestra la increible fidelidad hacia el hombre. En medio de los tiempos oscuros y de los momentos aparentemente desesperados de la historia, como puede ser este momento de pandemia y crisis de paz, Dios camina fielmente con su gente en Egipto, en el desierto, y en la tierra le prometió a Abraham. Cuando Jesús es tentado por el diablo y más adelante cuando parece derrotado por la muerte, su Padre le fue fiel. Dios desea unir su fidelidad con la del hombre; Jesús unió su fidelidad a la del Padre de una manera extraordinaria.

La tentación nos acompaña a través de nuestra vida. El tentador está solo, y es tan arrogante que no tiene ningún escrúpulo en tentar incluso al Hijo de Dios. Mientras que las culturas y las costumbres cambian él ha ido cambiando sus tácticas, pero los ingredientes son siempre iguales: poder, conocimiento y placer. La sociedad moderna ofrece al tentador una avalancha de posibilidades para influir en la humanidad, y a menudo estamos indefensos y desprotegidos. Como creyentes afirmamos con orgullo nuestra fe en un mundo que se olvida a ratos de ella, la sofoca, o la deja de lado. Las tentaciones son una oportunidad de dar testimonio de Jesús, y a través de nuestro testimonio conquistar la tentación con el poder de Dios. No debemos asustarnos de la tentación. “Tu fe es la victoria que conquista el mundo”.

Somos coscientes de nuestra debilidad como cualquier persona y lo sabemos. Pero también sabemos que contamos con el gran poder de Dios, y que si confiamos en él podemos estar seguros que los ataques del tentador, no importa cuan poderosos sean, no pueden derrotarnos. Durante esta cuaresma pidamos al Padre en nuestra oración diaria “No nos dejes caer en la tentación”. El supermercado de la religión y de lo sagrado está hoy día lleno de dioses y de ídolos que prometan todo pero no lo cumplen, y mucha gente escoge y elige basándose en sus caprichos o gustos. Hay muchos católicos “culturales” que adoran el trabajo, la ciencia y la política más que a Dios. Como cristianos debemos rezar fervientemente el Padre Nuestro cada día, pidiendo al Señor humildemente “no nos dejes caer en la tentación”.

Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano

 

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