Ahora, tres años después, Viganò parece estar devolviendo el favor.
Famoso por su ambición y poca paciencia, Viganò ha chocado con las autoridades superiores que impidieron su ascenso en la Iglesia y ha tenido una participación clave en la mayoría de los escándalos relacionados con el Vaticano en fechas recientes.
Aunque Viganò, quien alguna vez fue criticado por tradicionalistas de la Iglesia debido a su pragmatismo excesivo, se ha alineado con un grupo reducido pero influyente de tradicionalistas eclesiásticos que han pasado años buscando cómo detener a Francisco, muchos de sus críticos creen que sus rencores personales son el trasfondo de su motivación.
Después de que un líder religioso lo trasladó del Vaticano a Estados Unidos, frustrando sus esperanzas de recibir el capelo escarlata de cardenal, los memorandos privados de Viganò de 2011 (muchos de ellos poco halagadores con respecto al líder responsable de su salida de Roma) se filtraron y esparcieron por todo el mundo.
Los simpatizantes de Viganò, quienes no respondieron a nuestra solicitud de hacer comentarios, se enfurecen ante la idea de que su carta que exige la renuncia del papa Francisco represente la furia de una excelencia descontenta. Ellos describen a Viganò como un hombre ejemplar y atónito ante lo que considera la destrucción de la Iglesia que ama.
Tosatti afirmó que el arzobispo le ha explicado que, como obispo, se sentía sumamente responsable de la Iglesia y que, a sus 77 años, quería limpiar su consciencia para cuando le llegara la hora. Pero comentó que el arzobispo también estaba furioso por el reciente artículo de la prensa italiana que muestra solidaridad con el papa Francisco y critica a su predecesor, el papa Benedicto XVI… y creyó necesario vengarse.
Viganò conoce muy bien las luchas internas en el Vaticano. En 1998, se convirtió en funcionario central en la poderosa secretaría de Estado del Vaticano. En la carta, escribe que entre sus responsabilidades estaba vigilar a los embajadores en todo el mundo, pero también “analizar casos delicados, incluyendo los relacionados con los cardenales y obispos”.
Viganò afirma que fue entonces cuando se enteró de los abusos cometidos por el cardenal Theodore E. McCarrick, líder católico estadounidense; de acuerdo con Viganò, el papa Francisco estuvo enterado sobre la historia de McCarrick desde hace años y la encubrió.
En 2009, el entonces obispo Viganò fue trasladado a la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, un puesto con menor influencia en las políticas del Vaticano, pero con cierto poder sobre parte de sus ingresos.
Famoso por ser parco, convirtió el déficit de la Ciudad del Vaticano en un superávit. No obstante, su rígido estilo administrativo desencadenó quejas y comenzaron a llegar al Vaticano correos electrónicos anónimos acusándolo de promover la carrera de su sobrino inapropiadamente. Su estilo y rigor al vetar contratos del Vaticano también molestó a algunos líderes, incluyendo al secretario de Estado Tarcisio Bertone, y un reportaje anónimo en el diario italiano Il Giornale aseguró que tenía algunos proyectos para los servicios de seguridad del Vaticano.
El cardenal Bertone, quien según escribe Viganò en la carta se mostraba “notoriamente a favor de promover la homosexualidad”, lo desterró a Estados Unidos.
Viganò mantuvo su posición como nuncio apostólico en Estados Unidos después de la elección de Francisco, pero en la carta publicada el domingo, afirmó que el excardenal McCarrick “orquestó” la selección de obispos cegado ante la ideología homosexual, a la que culpa de la crisis de abusos sexuales.
Sin embargo, Viganò también ha sido acusado de encubrir el mal comportamiento. De acuerdo con documentos publicados como parte de una investigación criminal en la arquidiócesis de St. Paul-Minneapolis, Viganò ordenó a los obispos en abril de 2014 anular una investigación relacionada con acusaciones de que el arzobispoJohn Nienstedt estaba involucrado en conductas sexuales inapropiadas con hombres y seminaristas adultos.
Viganò, anticipándose a las críticas, le ofreció a Tosatti una declaración donde negó dicha información el miércoles.
Después de enfurecer a Francisco durante el episodio con Kim Davis, se le solicitó a Viganò presentarse en Roma para ofrecer una explicación; ahí, como indicio de sus planes para volver, se rehusó a entregar su departamento en la Ciudad del Vaticano. Los reportajes de esta semana en la prensa italiana confirman que, después de destituir a Viganò de su cargo, el papa Francisco también lo echó de su departamento en el Vaticano.
Hace aproximadamente un mes, Tosatti afirmó haber recibido una llamada del arzobispo, pidiéndole una entrevista en un lugar discreto. Viganò le contó su historia al reportero, pero afirmó no estar listo para darla a conocer.
No obstante, cuando se difundieron las noticias de décadas de abuso clerical en Pensilvania, Tosatti presionó al arzobispo para que contara su historia. El 22 de agosto regresó, y esta vez lo hizo mediante una declaración por escrito.
Tosatti comentó que no vio documentos ni otras pruebas y, al cabo de tres horas, terminaron.