Por años, Iván "N", dio su vida laboral a Altos Hornos de México. Hoy, antes de emigrar de Monclova como muchos ex obreros, deja plasmado en una pared el sentir de toda una ciudad que vio morir al gigante del acerero.
Iván, mejor conocido como Suckre tiene 36 años, es soltero y conoce como la palma de su mano cada rincón de las siderúrgicas 1 y 2 que marcó la historia de esta ciudad.
Durante una década trabajó para una compañía contratista dentro de Altos Hornos de México (AHMSA), operando el proceso de producción de acero.
Hoy, sin empleo y con la necesidad empujándolo a migrar, decide despedirse de su tierra natal de una manera distinta: pintando.
El pasado 11 de agosto, armado con latas de aerosol y algo de pintura vinílica, convirtió una pared de la alberca del Deportivo AHMSA en un manifiesto visual: un casco azul con el logo de la empresa, un cráneo grisáceo y, al fondo, la siderúrgica envuelta en tonos amarillos, naranjas y rojos, sobre un cielo negro y gris.
"Di mi vida a la empresa y ni mi terminación miré", es el mensaje que acompaña la obra. No es un capricho estético, sino un grito contenido de miles de exobreros que, como él, quedaron en el abandono tras la quiebra y el silencio de la acerera.
El escenario de la nostalgia
La elección del lugar no fue casual. El Deportivo AHMSA, ubicado en la Avenida Industrial y calle Del Estudiante, entre la colonia Deportivo y Primero de Mayo, fue en otro tiempo punto de reunión, descanso y convivencia de los trabajadores y sus familias.
Hoy, sus gradas oxidadas, techos corroídos, juegos infantiles rotos y áreas cubiertas de maleza son testigos mudos de una era que terminó.
Iván ingresó sin permiso formal —prefirió omitir su apellido para evitar problemas legales— y pasó cinco horas pintando, solo, rodeado de silencio.
"Pensé que muchos obreros en su época de bonanza disfrutaron de este lugar, y ahora verlo así... tenía que ser aquí", explicó.
El deber del artista
Aunque lleva 20 años trabajando la técnica del aerosol, Iván rara vez aborda temas políticos o sociales en sus murales. Pero esta vez, asegura, sintió el deber moral de hacerlo.
"La mayoría de los artistas, sea pintor, músico o escritor, tenemos una responsabilidad con la sociedad. Lo que le falta al pueblo, nosotros debemos expresarlo. Muchos obreros no tienen la forma de decir lo que sienten, y nosotros podemos tomar ese papel".
No es la primera vez que su trabajo llama la atención. Años atrás, creó intervenciones urbanas en colaboración de Efeck que se hicieron virales, como el "Lobo de Merco Quemado" o el poste que duró años caído en el bulevar Harold R. Pape que fue transformado en lápiz.
Pero esta obra, dice, es la más personal: es el cierre simbólico de un ciclo y, quizá, el último gesto que hará en Monclova antes de marcharse.
Un adiós forzado
La crisis de AHMSA ha dejado huellas visibles en la ciudad: negocios cerrados, familias divididas, migración constante.
Iván tiene tres familiares —primos y hermanos— que trabajaron en las plantas 1 y 2. Todos comparten la misma herida: años de esfuerzo pagados con despidos y sin liquidaciones.
"Este dibujo va a mover algo en quienes lo vean. Quiero que les dé ánimo, fuerza, que tengan paciencia... y que no olviden que seguimos esperando que esto se solucione", expresó.
Antes de buscar un nuevo destino, terminará algunos proyectos. Quizá, cuando se vaya, la pintura en el Deportivo comience a deteriorarse como las instalaciones que la albergan. Pero mientras dure, será el testimonio de un obrero-artista que decidió no irse en silencio.