Lo que parecía un domingo ordinario en Michigan se transformó en una jornada de horror tras un tiroteo seguido de un incendio en una iglesia mormona. El ataque dejó un saldo de cinco personas muertas, entre ellas el propio agresor.
Las primeras indagatorias indican que el incendio fue provocado intencionalmente por el tirador, aunque hasta ahora no se ha esclarecido el motivo que lo llevó a cometer el acto violento. A casi 24 horas de los hechos, la identidad del atacante no ha sido revelada, y la investigación continúa abierta.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó su pesar por lo ocurrido y calificó el hecho como "horrendo". En un comunicado, aseguró que aún hay mucho por esclarecer, pero sugirió que podría tratarse de un ataque dirigido contra cristianos.
"Esta epidemia de violencia en nuestro país debe terminar de inmediato", señaló el mandatario, recordando que este tipo de ataques en lugares religiosos ha aumentado. Apenas el mes pasado, otro hecho similar cobró la vida de dos menores en otro templo del país.
La comunidad local y nacional se encuentra consternada por este nuevo episodio de violencia armada, mientras autoridades y servicios de emergencia continúan trabajando en la escena para recabar pruebas y ofrecer apoyo a las familias afectadas.