CIUDAD DE MÉXICO 20-Feb-2025 .-Libidiano Pitonier le dijo en la tienda departamental a la joven y bella encargada de la sección de ropa para dama: "Quiero regalarle unos guantes a mi esposa". Preguntó la muchacha: "¿Qué medida usa?". Respondió el tipo: "No sé". Sugirió ella: "Ponga su mano en la mía, y compare el tamaño". Se apresuró a añadir el salaz individuo: "También quiero obsequiarle un brassiére, y tampoco conozco la medida". La barbacoa es platillo dominical de tradición en mi ciudad, Saltillo. Hace unos días fui al Mercado Juárez, frente a la plaza cuyo nombre oficial es "De los Hombres Ilustres", pero que la gente ha bautizado con otro apelativo menos majestuoso, pues la llama "plaza de los güevones", en alusión a los muchos señores que se pasan ahí las horas en interminable plática hablando de todo, que es lo mismo -lo sé- que hablar de nada. Con uno de esos laboriosos charladores tengo amistad de tiempo. Me contó que se fue "al otro lado" a visitar a un hijo que allá vive. La visita duró cinco años. "Cuando regresé -me contó- acudí con mis compañeros de banca en la plaza, y estaban hablando exactamente de lo mismo que hablábamos el día en que me fui. Me pareció que sólo me había levantado pa' ir a mear". Fui con mis hijos al mercado, y en un puesto de bonito nombre, "Las Carmelitas", disfruté una barbacoa que habría merecido el Premio Nobel si hubiera Premio Nobel de la Barbacoa. Inexplicablemente no lo hay. La sabrosa experiencia me hizo recordar al carnicero que cada domingo sin faltar ninguno, temprano en la mañana, le llevaba dos kilos de barbacoa al Presidente Municipal de la ciudad, cortesía de la casa, según manifestaba con gesto señorial. Terminó su gestión el dicho alcalde, entregó el cargo, y el siguiente domingo no le llegó la barbacoa. Días después se topó con el carnicero y le reclamó, sentido: "Cómo has cambiado, Fulano. Ya no me llevaste la barbacoa". "Perdóneme, licenciado -replicó el sujeto-. El que ha cambiado es usted. Yo le sigo llevando la barbacoa al Presidente Municipal". No sé si quepa el alto calificativo de "institucional" para un vendedor de barbacoa, pero puedo decir que el SNTE es sin lugar a dudas un sindicato institucional en el mejor sentido político de la palabra. El líder del sindicato, sea quien sea, apoya en automático al Presidente de la República, sea quien sea. Eso explica por qué Alfonso Cepeda Salas ofreció afiliar a Morena a las huestes del magisterio. En su acción no hay oportunismo; hay, sí, institucionalidad. Buen dirigente, conocedor de los hilos de la política nacional, actúa según lo exige la nueva realidad del país, y al hacerlo procura no sólo el bien de sus agremiados, sino del país mismo, urgido de unidad. Desde luego cada miembro del sindicato conserva su libertad personal para votar por el partido de su preferencia, pero tengo elementos para pensar que la mayoría de los maestros apoya ahora al morenismo, de modo que no hay presión sobre los trabajadores como la que se ejercía en tiempos del corporativismo priista. Conozco en forma personal a Cepeda Salas -es coahuilense, al igual que Humberto Dávila Esquivel, otro destacado líder del SNTE-, y sé de su preocupación por los maestros y por México. La próxima vez que lo vea lo invitaré a disfrutar un buen plato de barbacoa en "Las Carmelitas". Al SNTE le debo mi pensión de maestro, único dinero que le pedí a la amada eterna reservarme para mí, pues con él me pagaba mis sempiternos vicios: los libros, la música, el buen cine. Todas las demás sumas que percibía con mi trabajo de escritor y conferencista se las entregaba puntualmente a ella. También yo era institucional. FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
San Cardenio de Siracusa es un santo del cual muy pocas veces se oye hablar. Su fiesta es el 21 de febrero, pero nadie la celebra ya. Alguna vez hubo en su ciudad natal una capilla dedicada a su advocación. La destruyó un rayo y nadie se ocupó en reconstruirla.
El santo renunció a las vanidades del mundo cuando tenía 8 años de edad y aún no conocía esas vanidades. Al llegar a la juventud tuvo conciencia de ellas, y entonces las rechazó otra vez y se fue a vivir en una cueva del desierto.
Ahí lo visitó cierto día una mujer que le ofreció ser su esposa.
-Tendremos hijos -le manifestó-. Viviremos juntos hasta la ancianidad. Veremos a nuestros nietos y bisnietos.
-Vade retro! -le contestó Cardenio. Tales palabras servían para alejar a los demonios.
Vivió solo el resto de sus días. Al morir llegó a la morada celestial con la certeza de que sería admitido en ella. Su asombro fue muy grande cuando el Señor le dijo que no tenía lugar para él.
-Padre -se consternó Cardenio-. Mi vida fue ejemplar. Rechacé a una mujer que el demonio me envió para tentarme.
-No te la envió el demonio -respondió el Señor-. Te la envié yo para que a través de su amor conocieras el mío. Tú no supiste verlo. Aquí tampoco, lo verás.
Nadie recuerda ahora a San Cardenio. Yo lo recordé porque hoy es su fiesta, que no es fiesta sino conmemoración luctuosa.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
Por AFA.
". No homenajearon a Paquita la del Barrio en Bellas Artes.".
Con criterio muy obtuso
la puerta se le cerró.
De seguro, pienso yo
algún inútil se opuso.