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Opinión

La no tan dulce historia de la diabetes

Marcos Durán Flores
Por Marcos Durán Flores - 12 noviembre, 2021 - 08:58 p.m.
La no tan dulce historia de la diabetes

Acuñado hace más de 3 mil años por Areteo de Capadocia, en la antigua Turquía, el termino diabetes deriva del griego "diabaínein'', que significa "paso grande, caminar o estar de pie con las piernas en pedazos". En 1675, el médico inglés Thomas Willis le agregó a la diabetes la palabra "mellitus", del latín "miel" o "meloso", lo cierto es que la enfermedad de dulce no tiene nada.

Y es que a pesar de que la diabetes ha sido reconocida desde la antigüedad, el tratamiento y su origen se entendió hasta 1910, cuando Edward Albert Sharpey-Schafer sugiere que las personas con diabetes eran deficientes en un producto químico que se produce normalmente en el páncreas. Propuso llamar a esta sustancia "insulina", palabra que proviene del latín "ínsula" isla, esto en referencia a los islotes de Langerhans del páncreas. 

El proceso parecería sencillo: Cuando se consumen alimentos, el cuerpo descompone los carbohidratos y el azúcar en glucosa. El páncreas produce insulina, una hormona que la convierte en energía para las células del cuerpo o la almacena en forma de grasa. Con el tiempo, el consumo excesivo de carbohidratos y azúcar puede hacer que el cuerpo deje de responder a la insulina o desgaste el páncreas. Esto se conoce como resistencia a la insulina, que provoca un aumento de los niveles de glucosa en la sangre, lo que resulta en diabetes.

Fue en 1921 que los doctores Dr. Frederick Grant Banting y Charles Best Herbert crearon la insulina de base animal lo que valió a Banting ganar el Premio Nobel de Medicina en 1923. Banting y Best, hicieron pública la patente y como resultado de eso, la producción y aplicación se extendió rápidamente por todo el mundo. Banting es honrado con el Día Mundial de la Diabetes que se celebra el día de su cumpleaños, el 14 de noviembre. 

La diabetes mellitus provoca padecimientos como ceguera, enfermedades renales, fallos cardiovasculares, derrame cerebral y amputación de extremidades son sus efectos. Probablemente el filósofo griego Heráclito tenía razón cuando decía que "La salud humana es un reflejo de la salud de la Tierra". Y es que, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, afecta a 346 millones de personas en todo el mundo y lo más grave es que muchos aún desconocen sus síntomas, factores de riesgo, complicaciones y sus posibles tratamientos. 

En México 12.8 millones la padecen y 84 mil fallecen anualmente. Sume esto como factor de comorbilidad del COVID19 y entonces entendemos la magnitud de la tragedia. Y es que, 400 mil mexicanos son diagnosticados cada año, lo cual tiene un significado epidémico pues tiene un crecimiento de un 30 por ciento en las últimas dos décadas. La causa es muy sencilla: un incremento notable en la obesidad y el sobrepeso. Con 7 de cada 10 mexicanos padeciendo sobrepeso u obesidad, se vuelve increíble el que una encuesta publicada hace unos días por el INEGI, revele que el 75 por ciento de los encuestados ven "poco probable" desarrollar diabetes.

Cada uno de nosotros tenemos a alguien cercano que padece o padeció diabetes. Mi abuela Fidela sufrió la enfermedad por más de 30 años hasta que sus efectos terminaron con su vida. 

Tres mil años pasaron desde que Areteo de Capadocia se refirió a la diabetes como "la misteriosa enfermedad y quién la sufría tenía una vida corta, desagradable y dolorosa". El proceso ha sido largo y gracias a los descubrimientos realizados por generaciones de médicos y científicos cuyos conocimientos dieron pie a la insulina y a desarrollos tecnológicos que miden los niveles de azúcar en la sangre, que han producido alimentos sin azúcar y otras innovaciones médicas que han hecho más fácil la vida para los diabéticos. 

Pero a pesar de ello, una de las mejores fórmulas para atender uno de los tipos de diabetes fue escrita por el padre de la medicina, Hipócrates en su tratado "Hippocratium Corpus" publicado en el siglo I A.C. La receta era sencilla: "Que tu alimento sea tu única medicina". La frase fue fortalecida 20 siglos más tarde por el biólogo y filósofo japonés Masonobu Fukuoka: "La alimentación y la medicina no son dos cosas diferentes: juntas forman la cara y la cruz de la misma moneda".

@marcosduranf

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