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Opinión

Los valores y la conciencia

P. Noel Lozano
Por P. Noel Lozano - 13 febrero, 2022 - 10:25 a.m.
Los valores y la conciencia

Los valores y la conciencia

Un aspecto importante en la edificación de los valores de una persona, es estar constantemente afinando la conciencia. La madurez de la persona pasa necesariamente por la formación de la conciencia, que como bien dice el catecismo es: ese sagrario donde el hombre se encuentra a solas consigo mismo y con Dios, donde descubre la ley imperiosa de amar, realizar el bien y de evitar el mal. La conciencia se ha de formar según los principios de la recta razón y de la fe. Esta formación require en nuestros días una atención e importancia especial porque la cultura egocéntrica, superficial, relativista e individualista que nos rodea, sobre todo a través de las redes sociales y sobre saturación de información, hace más difícil el juicio moral recto y objetivo. La ensalada de valores morales en que vivimos, es más que nunca necesario iluminarla con los criterios del Evangelio, de la doctrina sana que tradicionalmente hemos vivido, y de la ayuda de personas prudentes para poder emitir juicios morales acertados.

La conciencia se va formando en la medida en la que uno es fiel y se esfuerza por responder con coherencia a los dictámenes de la misma, sin permitir pequeñas concesiones que vayan poco a poco debilitando la fuerza de su voz hasta hacerla desaparecer. Una cosa es fallar, equivocarse, caer y otra abandonarse y domesticarla. El hombre coherente y auténtico es fiel a la voz de su conciencia y, cuando por debilidad no lo es, sabe reconocer con humildad su error y corregir la ruta. La conciencia bien formada asegura el verdadero ejercicio de la libertad. El hombre es más libre cuando con mayor fuerza se adhiere al bien y a la verdad, y supera la tentación del egoismo, de la falsedad o de la mentira. La verdad nos hace libres dice Jesús. Una libertad gobernada por la verdad y el bien es una libertad abierta al valor moral, abierta a la dignidad de la persona humana, abierta a Dios en última instancia.

Es importante detenernos en nuestra vida y analizar si nuestra conciencia está formada, necesita afinarse o darle una reformateada, etc. Es particularmente importante la formación de la misma en muchos campos, especialmente en el campo de la ética familiar, social y profesional. En estos ámbitos, las pasiones humanas o las situaciones complejas hacen a veces difícil un juicio moral certero. Los valores y criterios cristianos, que iluminan no sólo las verdades de fe, sino también en las que está implicada la ley natural, dan al hombre de buen corazón y de buena voluntad herramientas y juicios veraces, que le permiten formar criterios morales seguros en su actuar personal, matrimonial, familiar, profesional y social. No dejarán de existir casos concretos en los que no es fácil emitir un juicio de conciencia. En estas situaciones habrá que recurrir al ejercicio de la virtud de la prudencia, al consejo de personas competentes, llenas de sabiduría humana, cristiana y a la oración humilde y confiada al Espíritu Santo.

Hay personas que a todos nos salpican con su testimonio de vida, de manera elocuente por la madurez integral que viven en su persona. Una personalidad de conciencia recta se le caracteriza por vivir en total armonía personal y con los que le rodean, con una personalidad completa e integrada en sus valores. La persona de conciencia formada transmite cordialidad, empatía afectiva, un carácter recio y sólido, un juicio moral seguro, acertado y sereno. Una persona que ilumina su conciencia con los valores adecuados, tiene una personalidad rica, estable, madura, con ideales en la vida que trascienden, con un fuerte sentido de la responsabilidad, enfocado siempre al bien.

La persona con la cociencia rectamente formada no tiene nada que esconder, es un líder humano, intelectual, social. Alguien que atrae, que invita a la imitación. Todo esto no es fruto del azar ni de la improvisación. Es el resultado de un largo esfuerzo y trabajo, de mucho autocontrol de sí mismo y constante examen de conciencia, de alguien que se ha propuesto seriamente en la vida alcanzar la plenitud de la madurez humana. Madurez que ha sido la base sobre la cual el Espíritu Santo ha levantado esa otra madurez, que es la madurez cristiana. Así el buen cristiano, que se esfuerza por ser coherente con los principios del evangelio, es un hombre seguro de su fe, que sabe confiar en Dios por encima de cualquier cosa; un hombre de caridad, que vive profundamente el espíritu de las bienaventuranzas y toda la rica gama de los valores evangélicos. El hombre de buena conciencia no es necesariamente perfecto, sino profundamente luchador por mejorar su vida y aprender lecciones de sus fallos pasados viendo siempre hacia adelante.

Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano

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