Pierde brillo el oficio de limpiar tumbas, pues jóvenes se enfrentan cada año, el Día de Muertos, a una menor demanda, atribuida a que las familias prefieren tener un ahorro y cargar sus propias herramientas para embellecer las capillas de sus seres queridos.
Este 2025, los llamados limpiadores de tumbas enfrentaron un panorama desalentador. "Nada que ver este año... desde hace varios días estamos aquí y está muy calmado", comenta Quiñones, un joven de 15 años que comenzó en este oficio desde los ocho.
Con su azadón, escoba y tina al hombro, recorre los pasillos del panteón municipal observando cómo las familias llegan con sus propias herramientas.
"Antes la gente pedía que les pintáramos o limpiáramos la tumba, ahora se traen su escoba, su bote, su cepillo... prefieren hacerlo ellos mismos y ahorrarse algo", explica.
De ser una fuente segura de ingresos durante la temporada, a convertirse en un trabajo incierto y con pocas ganancias.
En años anteriores, durante los días fuertes —1 y 2 de noviembre—, Quiñones podía obtener hasta 2 mil 500 pesos diarios. Pero este año, el primero de noviembre, tras tres horas de trabajo apenas había juntado 100 pesos. "Ya a mucha gente le duele dar 50 pesos, o hasta 30, así que mejor hacen ellos el trabajo", dice con resignación.
A la falta de clientes se suma otro factor: los panteones lucen más limpios que en años pasados. Las autoridades municipales realizaron labores previas de mantenimiento con maquinaria y personal especializado, por lo que los jóvenes apenas encuentran hierba que cortar o tumbas que limpiar.
Quiñones y sus amigos, todos estudiantes de la colonia Independencia, solían aprovechar esta temporada para ayudar en casa y costear algunos gastos escolares. Hoy, mientras esperan que llegue alguna familia que necesite sus servicios, reconocen que las cosas han cambiado.