Monclova; Coah.- No es la trama de una película, es un objeto de madera o cartón que se vende en mercados y tianguis. Cuesta lo mismo que un par de tortas, pero la factura puede ser impagable. La Ouija, el popular "juego" de contacto espiritual, es para muchos un portal que ha desatado el horror en Coahuila.
Detrás de las luces y sombras de Monclova, la esotérica Ericka González fue testigo de la pesadilla más cruda. Un caso que, para ella, superó cualquier explicación psiquiátrica o lógica.
"Me tocó vivir el caso de una mujer joven de la ciudad que presentaba manifestaciones extrañas", relata González. La joven había sido visitada por psiquiatras, pero su mente estaba intacta. La causa, según el diagnóstico que llegó después, era mucho más antigua y oscura: había sido poseída por una entidad a través de la Ouija.
Cuando Ericka González llegó al domicilio, lo que vio la forzó a confesar: "Yo no puedo con esto".
"Cuando yo llegué e intenté abrir la puerta de su habitación la chica comenzó a gritar que no me quería ahí. Cuando entré, la mujer estaba atada de manos y pies a la cama, pues se levantó con todo y cama, se elevó. La verdad, yo dije: yo no puedo con esto."
El desenlace del horror fue la intervención de dos sacerdotes de Saltillo, quienes viajaron para realizar un rito de exorcismo.
Para la Iglesia Católica, los fenómenos de este tipo se manejan bajo el área de la "Pastoral de la Sanación y la Consolación". El obispo de la Diócesis de Saltillo, Hilario González, es tajante al respecto, pero aclara: no todos los problemas son posesiones.
"Hay mucha gente que se siente presionada, que siente situaciones por su historia, por su psicología o porque no sé, tuvo algunas situaciones psicoafectivas o morales que les hace pensar que están como malditos," explica el obispo.
El alto jerarca confirma que la Ouija está en el listado de elementos que "abren puertas espirituales o pseudo espirituales".
"A veces son obsesiones que la gente trae tan sencillo porque se pusieron a ver películas que nada bien, o la famosa Ouija y cosas de esas. O van con chamanes o van con brujos. Abren puertas y se quedan, pues, con una situación difícil."
El obispo González enfatiza que su labor y la de los sacerdotes es, primero, ayudar a las personas a entender lo que están viviendo, a menudo auxiliados por psicólogos. El rito de exorcismo es el último recurso, reservado estrictamente para los casos más especiales donde se prueban los elementos de una posesión.
"Un exorcismo es algo que se reserva estrictamente hasta cuando se ven situaciones que efectivamente hablan de una posesión," recalca. De hecho, los sacerdotes deben pedir permiso directo al obispo para realizar el rito, y él se toma el tiempo de estudiar cada caso.
En cinco años, solo una docena de casos han requerido, a su juicio, un exorcismo de liberación en la Diócesis.
Hilario González, sin caer en el sensacionalismo, manda un mensaje claro sobre la existencia del mal:
"Sí es una criatura que existe. Nuestra fe está en este mundo espiritual y su chamba es que desistamos de nuestro amor a Dios."
Pero también pide respeto: "Decirle a alguien 'está endemoniado' o 'le hicieron un exorcismo', es muy pesado para la persona. Hay que respetar la privacidad. Son cosas muy muy personales".
El juego de 300 pesos es un recordatorio de que, para quienes lo han vivido, las "puertas" que se abren no siempre son fáciles de cerrar, y el costo de la curiosidad puede ser un terror difícil de contar.