EJIDO LA MOTA, COAH.- “Yo lo esperaba vivo” eran las palabras del hijo de 10 años de Juan Manuel Galván Robledo, mientras familiares y amigos le daban el último adiós, al sepultarlo en el panteón de la villa de Esperanzas.
Entre lágrimas, gritos de desesperación, e impotencia, la esposa Martha Magaly Velázquez pedía perdón a Dios, implorándole le regresara a su amado esposo, en tanto su hija quien está a punto de cumplir 15 años de edad golpeaba el féretro que en el interior tenía el cuerpo de su padre.
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“Yo esperaba a mi papito vivo” entre lágrimas comentaba el pequeño de 10 años.
Por lo tanto, su padre Juan Manuel Galván Rodríguez, cabizbajo y con los ojos cansados de tanto llorarle a su primogénito, recordaba cómo habría sido en vida, describiéndolo como una persona trabajadora, ejemplo de padre, y preocupado por brindarle el sustento de cada día a su familia.
Mencionó que su hijo desde escasa edad inició a laborar como minero, teniendo ya una trayectoria considerable, con conocimientos sobre éstos complejos carboneros, lo que los llevaría a pensar e incluso a asegurar que el saldría con vida.
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Al sepulcro asistieron también compañeros que laboraban con Juan Manuel en la mina de arrastre dónde lamentablemente murió ahogado.
Los mineros mostraron su solidaridad con la familia y lo despidieron hasta su tumba.