Saltillo, Coahuila.- Saltillo volvió a brillar entre el aroma de las flores de cempasúchil, los acordes festivos y los rostros pintados de vida.
Este sábado 1 de noviembre, el bulevar Venustiano Carranza se convirtió en un río de color durante la décima edición del desfile Xantolum, una celebración que ya es parte del corazón de la ciudad.
Más de 3 mil catrinas y catrines llenaron las calles, recordando que la muerte, en México, no es tristeza sino memoria, identidad y alegría. Niños, jóvenes y adultos caminaron entre aplausos, bailes y música, demostrando que las tradiciones siguen más vivas que nunca.
Lo que comenzó hace más de una década como un sueño para fortalecer el Día de Muertos en Saltillo, hoy es un referente cultural que pone a la capital coahuilense en el mapa nacional. Bajo la dirección de Josafath Benavides, el Xantolum volvió a reunir a familias enteras que, entre luces, máscaras y calaveras, celebraron la vida y a quienes ya partieron.
Durante una hora y media, los espectadores siguieron atentos cada cuadro del desfile, dividido en cinco etapas y tres épocas de la historia saltillense: el nacimiento de la ciudad, su papel en la Revolución y la actualidad. Cada comparsa fue un homenaje al pasado y un guiño al presente, con vestuarios elaborados y coreografías que arrancaron ovaciones.
A lo largo del recorrido, se escuchaban risas, música de banda, tambores y hasta canciones de mariachi que acompañaban a las calaveras danzantes. Los más pequeños miraban asombrados a las catrinas gigantes, mientras los adultos capturaban con sus teléfonos la magia que solo el Xantolum logra despertar.
Nuevamente Saltillo volvió a vestirse de tradición, de orgullo y de amor por sus raíces. Y aunque el desfile terminó, el eco de los aplausos y el resplandor del cempasúchil seguirán recordando que en esta tierra, la muerte también baila.