Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
Terminó el mes de septiembre y la buena noticia es que no hubo un terremoto de gran intensidad que afectara alguna ciudad de nuestro país.
En el cada vez más lejano 1985, el 19 de septiembre a las 7:17 horas (de acuerdo con la página de internet del gobierno de la república) ocurrió un terremoto que alcanzó la magnitud de 8.1 en la escala de Richter y cuyo epicentro se localizó cerca de la desembocadura del río Balsas, a unos 15 kilómetros bajo la corteza terrestre. La cifra oficial de fallecimientos debidos a este fenómeno fue de 3,192 aunque algunas fuentes externas lo calcularon cerca de los 20,000.
En 2017, otra vez el 19 de septiembre pero ahora a las 13:14 horas ocurrió un sismo de magnitud 7.1 cuyo epicentro se ubicó en los límites de Puebla y Morelos a una profundidad de unos 51 kilómetros. Por fortuna, el número de decesos ocurridos esta vez no llegó a los 400.
En 2022, nuevamente el 19 de septiembre a las 13:05 horas el Servicio Sismológico Nacional reportó un sismo de magnitud 7.7 con el epicentro al sur de Coalcomán, Michoacán.
Poco después de este último fenómeno, en las redes sociales empezaron a circular opiniones que atribuían los movimientos telúricos a la llamada “ley de atracción” la cual es la creencia de que la mente y los pensamientos influyen sobre los acontecimientos y presentaban como prueba que precisamente los días de los sismos de 2017 y 2022 se habían llevado a cabo simulacros para preparar a la población para afrontar una situación de emergencia. Hubo hasta quien hizo alusión a la película de Pedro Infante y Luis Aguilar “A toda máquina” en la que el personaje interpretado por Infante explica de cierta manera esta ley y le atribuye la mala suerte que lo persigue. Me pareció más acertado el punto de vista de un comentarista de televisión que afirmó que si los pensamientos de las personas atrajeran los resultados, México ya habría ganado varias copas mundiales de fútbol.
Un poco de historia. Un poco más de 100 años después de la llegada de Colón a América, el cartógrafo flamenco Abraham Ortelius notó que la forma de las costas atlánticas de Sudamérica y de África occidental “embonaban” como piezas de un rompecabezas y sugirió que América había sido arrancada de Europa y África por sismos e inundaciones.
A principios del siglo pasado el meteorólogo y geofísico alemán Alfred Wegener propuso la “Teoría de la Deriva Continental”, según la cual las masas continentales se desplazan. La hipótesis afirmaba que en algún momento muy antiguo (hace unos 335 millones de años) todos los continentes habían estado unidos en uno solo al que denominó “Pangea” (del griego “pan” que significa “todo” y “gaia” que significa “Tierra”). Al modelar su teoría, Wegener descubrió que existían cordilleras con la misma edad y la misma clase de rocas en distintos continentes que según su idea habían estado unidos. Además encontró fósiles de las mismas especies (algunas de ellas de plantas o reptiles) en diversos continentes, lo que indicaba que en otra época estos terrenos habían estado juntos.
En la actualidad, de acuerdo con la “Tectónica de Placas” que es una teoría geológica que afirma que la capa externa sólida de la Tierra se divide en varias placas rígidas que se mueven sobre un manto terrestre más fluido, se han identificado 14 placas tectónicas mayores y 43 placas menores. Nuestro país reside en su mayoría sobre la placa Norteamericana aunque también hay partes que se encuentran sobre o muy cerca de las placas de Cocos, del Caribe y del Pacífico. Las zonas que marcan los límites entre las diferentes placas son las de mayor actividad geológica del planeta. En ellas está la mayor parte del vulcanismo activo, el surgimiento de montañas (orogénesis) y la sismicidad.
Me imagino (aunque esto dista mucho de ser una teoría desarrollada con un método científico) que la relación de nuestro país con los sismos de los 19 de septiembre de diversos años es muy similar a la de aquella persona que nunca se lastima el dedo meñique de la mano derecha. Ah, pero justo el día en el que lo trae adolorido y este es precisamente el lugar más sensible de su mano, antes de las diez de la mañana ya se ha lastimado tres veces. Tal vez, si el protagonista de nuestra historia no trajera ese dolor previo no hubiera notado los tres pequeños golpes de esta mañana pero como no es este el caso los golpecitos se vuelven más notorios.
Por lo pronto no hubo terremoto y eso es la buena noticia para despedir el tercer trimestre de 2023.
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.
Que tengan ustedes una excelente semana.