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Opinión

La opinión sobre de Jesús

P. Noel Lozano
Por P. Noel Lozano - 19 junio, 2022 - 10:30 a.m.
La opinión sobre de Jesús

¿Quién es Jesús? Esta es la gran pregunta que nos plantea el Evangelio de este domingo. Las respuestas, que los discípulos dan, son varias: un profeta: Elías, Jeremías, por ejemplo, o un otro Juan Bautista. Pedro en nombre de los Doce llega a afirmar que es el Mesías de Dios. Por el contrario, para entender y conocer quién es Jesús, el Evangelio nos ofrece tres puntos: la definición de Jesús en las palabras de Pedro; el anuncio del sufrimiento y gloria que Jesús vivirá en Jerusalén; y la catequesis sobre el seguimiento, condiciones necesarias para descubrir quién es Jesús. En continuidad con el Evangelio, Zacarías profetiza en el Antiguo Testamento, parte de esta experiencia necesaria para entender a Jesús: “Mirarán a mí, a quien han traspasado”. Pablo, explica a los Gálatas, como de la experiencia Pascual, que es un don y regalo, nace para nosotros una nueva realidad, la realidad de la igualdad, no hay diferencia entre unos y otros, al recibir el regalo de la filiación divina, somos coherederos del cielo. 

La opinión de la gente no es algo que ha comenzado a contar en nuestro tiempo. Desde que comenzaron a existir las ciudades, los reinos y los imperios ha contado y se la ha tenido en cuenta. En el Evangelio, según nos narra san Lucas, Jesús no la desprecia, pero considerándola insuficiente, la corrige y completa. La gente piensa que Jesús es un profeta, y en esto tienen razón. Piensa que no es un profeta cualquiera, sino uno entre los grandes: Elías, tal vez Jeremías, incluso Juan Bautista resucitado. Jesús no rechaza el título de profeta, pero deja claro que no dice totalmente quién es Él. Además, la comparación con Elías, Jeremías, o Juan Bautista no sólo le queda muy corta, sino que son figuras con las que en diversas cosas no se identifica. Jesús es en verdad un gran profeta, que habla en nombre de Dios y lee la historia de los hombres a la luz del designio divino, pero también es mucho más.

Sólo cuando el hombre comienza a recorrer el camino estrecho de la cruz, y, fijos los ojos en Jesús, sigue las huellas de su historia, descubre que la respuesta sobre quién es Jesús camina al mismo paso que la respuesta sobre quién es el hombre, y que sólo resolviendo la primera queda también resuelta la segunda. Quien sabe por experiencia lo que es el sufrimiento y percibe el valor redentor del mismo tanto para el sujeto que sufre como para la persona o las personas por las que se sufre, entonces está en condiciones de captar un poquito al menos la razón de un Mesías de dolores. Quien vive su condición de hijo de Dios, la grandeza de su dignidad filial y la actitud de obediencia propia de un hijo, estará en grado de responderse a sí mismo quién es Jesús y de poder proclamarlo con convicción ante los demás. En pocas palabras, si vivimos enteramente como cristianos, no habrá ni siquiera necesidad de preguntarnos quién es Jesús, porque nuestra vida será nuestra respuesta.

Los misterios de la fe se conocen mejor en la iglesia de rodillas que en el escritorio, se conocen mejor con la oración que con el estudio, aunque ambos sean necesarios. Dios es el único que tiene la llave de los misterios. Sólo Él puede abrirnos ese sagrario de su corazón.

Sólo la oración, si es humilde, constante, confiada, mueve a Dios a abrirnos el sagrario del misterio. Dentro de ese sagrario, el alma se sorprende y el entendimiento comienza a navegar por mares desconocidos. La teología más auténtica es la que se hace no sólo desde la fe, sino sobre todo desde la oración, desde la inteligencia orante y adorante del misterio. Igualmente, el compartir la fe, el misionar y la catequesis más verdadera es la que ha pasado las verdades de la fe por el horno de la meditación. En las cosas de Dios, el que ora entiende, y el que no, no entiende nada, o casi nada. Si los cristianos orásemos más y mejor, los problemas de fe disminuirían en gran número o desaparecerían por completo. En un mundo que a veces parece sin sentido, la oración puede encontrarle sentido, en la oración descubriremos realmente quién es Jesús.

Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano

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